Sufrimos por lo que nos gustaría que fuera y no es, por lo que esperábamos que hubiera sido y tampoco fue, por lo que queremos que llegue y tampoco llega; de momento. Sin embargo el de momento a veces no lo vemos, solo vemos que algo que se está dando actualmente, puede prolongarse en el tiempo, toda la vida incluso. No tomamos conciencia de que el dolor es temporal.
Le damos vueltas y vueltas a todos esos pensamientos negativos una y otra vez, hasta que ese estado de tristeza/depresión va formando parte de nosotros, se ancla en nosotros y nos crea cierta adicción. Sin contar con el hecho de lo agotados que acabamos de pensar de manera negativa constantemente.
En la mayoría de situaciones que te encuentres en una situación de dolor, es bastante probable que tu peor enemigo (tú) con esos «maravillosos» diálogos internos, te lance preguntas crueles, y lo peor de todo, no es la dureza de la pregunta en sí, lo peor es que dichas preguntas, no suelen tener respuesta.
Por ejemplo, «¿Por qué me tiene que estar pasando a mí esto?». Es una genial pregunta si queremos hundirnos en lo más profundo. He de reconocer que yo en alguna ocasión me la he hecho. Ahora, con algún aprendizaje más, me sonrío y me pregunto: «¿Por qué no?, ¿Qué tengo de especial para que no me pasen cosas malas? ¿Soy intocable?» Ojalá en esos momentos hubiera (desde el amor), salido mi mejor amigo (yo) y me hubiera dicho algo así: «Ana, estas cosas le pasan a las personas, sin más. Pasan del mismo modo a buenos y malos, y es mejor sufrir, y aceptar que no somos diferentes a los demás, que a todos nos pueden pasar cosas».
¿Sabéis lo que realmente me preocupa de todo esto? Pues bien, que parece una señal de debilidad el sufrimiento, algo tan inherente al ser humano como la tristeza, una emoción primaria donde las haya (nacemos llorando). ¿Os imagináis teniendo que ocultar la alegría? Algo así me pregunto yo con la tristeza.
Si nos permitimos sentir el dolor, si logramos tener compasión de nosotros mismos y no culparnos por sentirnos de ese modo, si conectamos con nuestra fuerza personal, es casi seguro que lograremos, con tiempo, que el dolor no se enquiste en nuestros corazones, que sea un episodio más de nuestra vida. No digo que vayamos a olvidar ciertos momentos que hayamos podido vivir, tan sólo quiero expresar que el dolor se irá haciendo menos y menos intenso, hasta que ya no sintamos esa fractura interna cuando nos vienen los pensamientos que nos produjeron tanto sufrimiento en su día.
No soy quien para dar consejos a nadie, como mucho, alguna invitación a reflexionar, como mucho. Sinceramente creo que el silencio es un buen aliado, no nos tengamos miedo, cuando estamos solos es cuando mejor vamos a poder escucharnos. Hay personas que prefieren poner «parches» al dolor, yo no lo haría. Es casi seguro que si lo hacemos, tarde o temprano, el dolor va a salir, cuando menos te lo esperes tal vez, y con una potencia e intensidad increíbles. Quizás estés pensando en alguna situación o alguna persona en este momento. Yo sí. El efecto es devastador.
¿Sabéis lo que hacen las serpientes cuando se van a desprender de su piel vieja? Pasan por dos piedras que están muy juntas entre sí, para que les apriete y les rasquen la piel y así se les elimine con más facilidad…
Sacad vuestras propias conclusiones. Yo con lo que me quedo de esto es que cuando algo negativo nos ocurre, tal y como dije en un post reciente, una parte de nosotros muere y nace una nueva. Por esto, creo que merece la pena (nunca mejor dicho) atravesar ese camino doloroso, sentirlo, soltarlo y dar tiempo y espacio para ese nuevo «yo».
Tal vez alguno de vosotros se esté preguntando qué se puede hacer en momentos de dolor. Recapitularé y añadiré alguna opción más: escúchate con dulzura y empatía, habla con las personas que tengan esa capacidad maravillosa de escucha y empatía también, plasma en un papel (estilo diario) cómo te estás sintiendo, ve a lugares donde se respire paz (la playa o la montaña me parecen buenas opciones, esto es personal), medita (te recomiendo esta opción desde la más profunda humildad, funciona). Quien lo crea oportuno también puede pedir ayuda al profesional que considere mejor para él/ella. Y sobre todo, permítete estar triste, eso es fundamental. Si eres paciente y compasivo con tu entorno, y compresivos, con nosotros mismos exactamente igual.
Me quedo yo removida al hablar de estos temas, lo reconozco, muchos recuerdos me vienen a la cabeza.
Gracias, gracias y gracias por vuestro tiempo.
«Que seas tan feliz que no sepas si vives o sueñas». Disfruta del finde! (si quieres)
Ana www.organiccoaching.es
Hola Ana, muy reflexivo lo que nos expones. Ojalá siempre así le hiciéramos, a veces es difícil incluso aunque tengamos las herramientas. Pero trabajar y conocer de esta área indudablemente mejora nuestra calidad de vida y forma de enfrentar las situaciones complicadas. Lo comparto en mi página de facebook porque le puede servir a muchos que tal vez estén atravesando un momento poco agradable. Me gustó mucho lo que comentas que en la vida a todos nos pueden pasar cosas malas independientemente de que te cuides, seas una buena persona o no. Nos puede ocurrir por el simple hecho de existir. (Eso no quiere decir que no nos cuidemos en todos los ámbitos y que seamos lo mejor que podamos). Los momentos difíciles nos pasan a todos tarde o temprano: muerte de un familiar, enfermedades, malos entendidos, madres que se tienen que enfrentar solas a la maternidad, problemas de comunicación, etc). Pero la mayoría sale adelante porque de igual modo tenemos esa capacidad de enfrentar, resolver. Y también tenemos nuestra buena ráfaga de momentos felices que nos eleva el ánimo y nos carga las pilas. Qué hermoso podernos dedicarnos a esto. Me encantan tus entradas, me hacen reflexionar y me alegran cuando aparecen en mi lector. Te envío un abrazo.
Hola Mile!
No se me ocurre nada mejor que decirte que gracias. Gracias por leerme, por dedicarme todavía más tiempo escribiendo tu opinión, y gracias también porque siempre aprendo, me nutro y reflexiono con tus aportaciones.
Sí, pienso como tú, qué suerte poder dedicarnos a esto.
También a mí me encanta leerte y sabes que en momentos delicados de mi vida, tus palabras me ayudaron mucho.
Un abrazo también para ti y de verdad, gracias!
Pd: Que seas tan feliz que no sepas si vives o sueñas. 😉
Gracias Ana, nos seguimos leyendo