¿Cuánto pesa tu vaso de agua?

Imagen

anaorganic

soltar vaso

Suelo hablar con personas que, en ocasiones, se sienten estresadas o agobiadas. Es normal, todos lo hacemos en un momento dado en nuestras vidas, parar ser más exacta, en varios, otras personas en muchos.

Pues he aquí la respuesta a cuando a mí me preguntan que cómo lo hago, cómo lo hago para superar situaciones dolorosas o de estrés.

No es magia, no se trata de eso. Obviamente, creo necesario conectar con aquello que no duele, con aquello que nos bloquea, con esa emoción que creo en la mayoría de ocasiones es miedo y tristeza, o ambas. Menuda pu**da cuando les da por venir juntas, lo sé.

El pensar demasiado, sobre todo, sin no hacer nada, sin pasar a la acción, hace que no sepamos ni qué hacer ni qué decir, yo me he visto en esas alguna vez.

Respira, en el sentido más amplio de la palabra, sin embargo…

Ver la entrada original 363 palabras más

Anuncio publicitario

Mírame a los ojos.

Imagen

 

A veces me preguntan que cómo he llegado dónde estoy, refiriéndose a mi estado de mental.Sobre todo personas que conocen bien mi historia. Y yo contesto (al puro estilo coaching):

«Y para ti, ¿dónde estoy?».

Me contestan de todo, pero sobre todo, se refieren al estado de «rutinariamente feliz» en el que pasan mis días, en el que fluyo conmigo misma, con mi vida.

Pues bien, la respuesta es variada.

Por una lado diría que llorando, sufriendo a tope, cayéndome y haciéndome mucho daño, rasgando mi alma, haciéndome heridas que se convierten en cicatrices que luego miro y valoro.

Equivocándome. Asumiendo. Responsabilizándome. Quitándome el rol de víctima. Relativizando. Activándome. Haciendo cosas. Esforzándome. Frustrándome. Valorándome (sin  pasarme). Equivocándome. Aprendiendo. Atreviéndome.

Cuando algunas personas, que me conocen bien desde hace muchos años, me dicen que menudo cambio, yo siempre contesto lo mismo:

 «No ha sido gratuito, no ha caído del cielo. He pagado mis facturas».

Siento, y lo digo con la más absoluta sinceridad y humildad, que le debo mucho a la vida, a mis amigos, a  mi familia, a Javi, y a todas las personas que  han confiado en mí. Me refiero tanto a personas con las que he trabajado, como con las que he colaborado, me refiero a esos grandes profesionales de los que aprendo y de los que me siento superorgullosa. También hablo de la cajera del súper, y de aquel rumano que se pudo volver a su país con su familia (vivía en la calle).

Pero todo esto, no habría sido posible sin el coaching. Para mí, el punto de inflexión que me hizo dar un giro de 180 grados, fue el coaching. Lloré como una niña pequeña al ver qué cosas más feas había dentro de mí, producto de tantas y tantas cosas por las que sufrí, y que no viene hoy al caso.

Me quité el cartel luminoso de:

«Soy una infeliz». «Todo me pasa a mí». «Qué mala suerte tengo». «Mi vida siempre será una mierda»;

y los sustituí por este:

«Asumo que gran parte de lo que me ha pasado es mi responsabilidad». «Hay cosas que ya es complejo que puedan darse, lo asumo». «Mi vida puede ser maravillosa si hago cosas». «No soy víctima de la mala suerte, yo soy  responsable de mis actos».

Esto, que a priori puede sonar sencillo, para mí fue un duro proceso. Como he comentado, había partes de mí que quería cambiar a toda costa. Sabía que me alejaban de algunas personas. Sabía que me alejaban de mí. Sabía que me alejaban de la felicidad, y más que de la felicidad, de la paz interior.

¿Os acordáis de Caótica Ana? Una película del año 2007 de Julio Medem. Pues yo me sentía así. Caos.

Ahora, y sin ningún ánimo de ir de algo que no soy, me siento feliz conmigo misma, me he perdonado, he pedido perdón y también he perdonado.

Ya no me siento culpable, sino responsable.

Ya no me siento víctima, sino responsable también.

Desde el momento que decidimos qué queremos hacer, cómo queremos ser, tomamos conciencia, nos damos cuenta, y hacemos que las cosas ocurran sin que se den por ciencia infusa, empiezan a pasarnos eso que en principio creemos que es magia. Se llama esfuerzo.

No esperes que nadie te diga cómo tienes que ser, hacia dónde has de dirigirte, cómo vas a encontrar tu felicidad (nadie mejor que tú lo sabe).

No te creas nada de lo que te digan en charlas o conferencias, incluso mías, sobre todo  las mías. Lo que a mí me vale, quizás a ti no, o sólo en un porcentaje. Al que está a tu lado, no sé, habría que preguntarle. De lo que escuches, quédate solo con lo que tu corazón se sienta cómodo.

Coge todo con pinzas, cuestiónate, mira hacia tu interior, llora, haz limpieza general (a tu modo, con tus tiempos, respetando cada emoción que vaya aflorando.

Mi opinión (tampoco tienes por qué creértela) es que para ser feliz es necesario este proceso de introspección, que te conducirá (si tienes valor) al autoconomiento.

Como dice la imagen:

«Conviértete en lo que sabes que eres».

Muchísimas gracias por leerme, por estar en mi vida. Gracias a toda la gente que me acompaña en el camino. Gracias a esas personas maravillosas que he conocido gracias a este blog y a otras RRSS, aprendo un montón de todos y cada uno de vosotros.

Recuerda: «Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?».

Ana www.organiccoaching.es

 

 

 

I´m fine…

Imagen

 

 

Parece que estar triste es señal de debilidad, de un exceso de vulnerabilidad, de ser débil. Definitivamente, creo, que estar triste, hoy en día, está mal visto, tiene mala fama.

¿Cuántas veces has estado triste y has dicho que estás bien?

Yo un montón, y curiosamente, más desde que me dedico a las personas, desde que estoy más trabajada que hace unos años.

Parece que tenemos que estar siempre buceando en la felicidad, sintiendo que casi alcanzamos las estrellas para regalárselas a quien deseamos.

Parece que bucear en el mar de del gozo debe ser nuestro estado permanentemente. Siempre sentiéndonos plenos.

Desde mi punto de vista, esto no es real.

Siento una gran compasión por aquellos que sufren en silencio, que opinan que ante un suceso que le rompe en mil pedazos, tienen que contestar que todo está bien. ¿Para qué?

Por el contrario, siento una gran admiración y un gran respeto por aquellos que son lo suficientemente auténticos para mostrarse, parar desnudarse, para decir cómo se sienten de verdad, y que (me) cuentan todo lo que su alma les va dictando.

Siento pena, mucha pena cuando sé que alguien lo está pasando mal y porque haya cuatro personas (por decir algo) que proclamen a los siente vientos que hay que estar siempre felices, se lo crean, y vayan dejando que esa fractura interna vaya siendo cada vez más difícil de reparar.

Creo, que tener el valor de toparnos con nosotros mismos y ver qué nos está pasando de verdad, sin interpretar el papel de ningún superhéroe es digno de valorar.

Como dice un amigo del alma, mi estado natural es «rutinariamente feliz», ahora bien, no niego que a veces eso no es así.

De mis años colaborando en una clínica de adicciones y trastornos mentales de Alicante, recuerdo una chica/señora de Madrid que me decía: «Ana, cuando estoy bien estoy de puta madre; pero cuando estoy mal, estoy de puta pena». Así, así es muchas veces, aunque no tengamos una patología, y no hay que sentirse menos válido por ello.

Amo a las personas, con sus emociones varias e intento entender que detrás de un «estoy bien, gracias», puede esconderse un «¿me darías un abrazo?», o «¿tienes un momento para escucharme, por favor?».

No te sientas mal, por favor, por encontrarte en algunos momentos de tu vida triste, incluso si te sientes muy triste. Sé que es duro, lo sé. Te invito a que se lo cuentes a alguien, a que lo compartas.

Es como que la felicidad compartida es más felicidad, se multiplica, pero a la inversa; la tristeza compartida se divide, se atenúa. 

No te olvides de que nacemos llorando, y dando gritos, así que quizás sea esta la primera señal para darnos cuenta de que no pasa nada si nos sentimos tristes y enfadados en algún momento de nuestra vida.

Siéntete libre de llorar todo lo que te dé la gana, no le pongas parches a tu dolor, eso te hará más fuerte, creéme, te ayudará a evolucionar, a crecer, a madurar. Eso sí, mírate a un espejo y no dejes de repetirte que va a pasar. Recuerda que, seguramente, en otros momentos de tu vida también ha sido complicado, y has podido.

Quizás tengas cicatrices, seguro, yo tengo un montón, ¿y qué? Llora, conócete, permítete, no te avergüences.

No consientas que nadie te diga que «no pasa nada», porque sí que pasa, si estás como la chica de la foto, sí que pasa,  lo que ocurre es que, afortunadamente, es transitorio, se va a pasar, ya lo verás.

En estos momentos, una chica de Instragram me está diciendo que se siente identificada con la foto. Y yo, y yo también. He aprendido a mostrar mi dolor sólo con unos pocos, y al resto, «I´m fine»…

Con este post lo único que pretendo es que nos mentalicemos de que el dolor está ahí, puede estar muy cerca de ti, de mí, y que según mi opinión, merece la pena estar con los ojos bien abiertos, porque puede ser que alguien necesite sentirse un  poco comprendido. Sólo eso.

¡Ah! y por supuesto, si eres tú el que te sientes así, decirte (desde mi alma) que lo siento e invitarte a que lo compartas…

Quiero agradecer a todas la personas que tanto en el plano personal como en el profesional tenéis o habéis tenido el valor de mostrarme vuestro dolor, vuestras heridas de guerra, aquello que os perturba, o que un día lo hizo. Muchas, muchas gracias por vuestra confianza, una parte de vosotros está en mí y me ha ayudado a ser mejor persona, creo yo.

Con este post me despido hasta septiembre que volveré con los post. Os deseo un feliz verano. 😉

Un gran abrazo, gracias por leerme y como siempre:

«Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?»

Ana  (www.organiccoaching.es)

Llorar de alegría. ¿Te animas?

Imagen

 

De este vídeo me quedo con todo, me quedo con la ternura con la que el profesor le mira, me quedo con la empatía, me quedo la ilusión, me quedo con el respeto, me quedo con la paciencia, me quedo con el agradecimiento, me quedo con la emoción, me quedo con la comprensión, me quedo con la humildad.

¿Has visto los ojos del profesor cuando le escuchaba al principio?

¿No os parece pura ternura? A mí, desde luego sí.

¿Te has fijado en lo resolutivo? En seguida le ofrece una posibilidad, le da una opción (era la única que se le ocurrió, y además, en la que posteriormente asegura que no confiaba en ella). Me gusta la gente valiente, que arriesga.

Cómo sale corriendo para desde la ilusión más profunda, compartir ese momento de éxito que era de ambos, para mí, era compartido. Obviamente más del alumno, sin embargo, creo justo darle su valor al profesor, el cual aporta seguridad y confianza. 

Me quedo con el respeto, qué menos, uno de los valores básicos (para mí), ese respeto del cual emergen otros muchos.

La paciencia, otro valor, creo que motivado por ese «saber que lo voy a conseguir, a mi modo, y sin embargo, ¿qué importancia tiene eso?, lo voy a lograr». Motivación máxima.

Adoro la emoción del final, de todos, emoción sin ningún tipo de contención, sin barreras, sin vergüenza, desde el alma. De alma a alma. ¿No os parece absolutamente maravilloso, con tantas personas? ¡Me encanta!

Me quedo, cómo no, con la humildad, de todos hacia todos, (no unos sobre otros, eso no es humildad, sino bidireccional).

Y  para cerrar, me quedo con el agradecimiento, no podría ser de otro modo, el agradecimiento por el esfuerzo de los profesores, a pesar de haber pasado años, esa capacidad de recordar momentos que tanto aportaron, tanto amor, que es bueno recordar.

Por eso, yo os doy también las gracias por leerme, por vuestras palabras, por vuestro tiempo, y a los que me leéis y nos conocemos, gracias también. Por vuestro cariño.

Me nutro de todo, aprendo de todo, así que mil gracias, de corazón.

Creo, que merece la pena quitar «capas a la cebolla» (como dicen mis amigas Martes de cuento, os recomiendo su blog) para llegar al corazón de las personas. Y si tienen pocas, como los tomates pues genial, solo que quizás con esas personas, haya que tener especial cuidado… 😉

Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar? 😉

Ana (www.organiccoaching.es)

 

¿Cuánto pesa tu vaso de agua?

Imagen

soltar vaso

 

Suelo hablar con personas que, en ocasiones, se sienten estresadas o agobiadas. Es normal, todos lo hacemos en un momento dado en nuestras vidas, parar ser más exacta, en varios, otras personas en muchos.

Pues he aquí la respuesta a cuando a mí me preguntan que cómo lo hago, cómo lo hago para superar situaciones dolorosas o de estrés.

No es magia, no se trata de eso. Obviamente, creo necesario conectar con aquello que no duele, con aquello que nos bloquea, con esa emoción que creo en la mayoría de ocasiones es miedo y tristeza, o ambas. Menuda pu**da cuando les da por venir juntas, lo sé.

El pensar demasiado, sobre todo, sin no hacer nada, sin pasar a la acción, hace que no sepamos ni qué hacer ni qué decir, yo me he visto en esas alguna vez.

Respira, en el sentido más amplio de la palabra, sin embargo, cuando el brazo te duela, hazte un favor, suelta el vaso. Desconecta, desconecta y vuelva a conecta cuando ya no te duela. Y si no te hace falta volver a levantar el vaso y cargártelo, mucho mejor para ti.

La vida a veces nos pone en situaciones que nos provocan cierto estado de dicotomía absoluta, yo lo que recomiendo es que escuches a tu corazón, es el que mejor de puede aconsejar, sin embargo, no te olvides de la parte racional, no te olvides de lo que por tu cabeza pasa.

Está bien pensar, está bien sentir el dolor, pero creo que no hay que darle tanta, tanta importancia, ni tanto tiempo, en especial, esto. No creo que sea interesante dejar que la tristeza nos atrape, porque quizás, si miras a tu alrededor, verás que no es para tanto.

Mueren familiares, les decimos adiós no sin (en muchos casos) pensar que lo podíamos haber hecho mejor, y el sentimiento de culpa se apodera de nosotros, junto con la tristeza, porque lo malo de estos casos, es que no hay vuelta atrás, no hay perdones, no hay abrazos, ya no se puede.

Hay separaciones, que (por desgracia) en algunos casos no terminan bien, y en cualquier caso, son duras. Quizás aquí también surjan preguntas como que qué se podría haber hecho mejor. Y se echa de menos, claro. Lo extraño sería no acordarse nunca de una persona que ha estado tan, tan cerca de nosotros, de nuestro alma, de nuestro corazón. Aunque se finalice bien, es duro.

Si nos distanciamos de amigos, o tenemos cualquier problema en el trabajo, o si no tenemos tiempo…igual, a levantar el vaso. Ok, todo esto lo entiendo.

Pero dime una cosa, ¿qué te aporta estar con el vaso soportando ese peso durante tanto tiempo?

Mira a tu alrededor, abre los ojos y escucha, escucha bien. Seguro que ves cosas bonitas, seguro que escuchas cosas que te gustan.

Hace falta sólo una cosa: valorar lo que tienes. 

Muchas, muchas gracias por leerme. Cada vez somos más, y os estoy muy agradecida.

Un abrazote y ya sabes, no te olvides: Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar? 😉

Ana   (www.organiccoaching.es)

No todo se explica, no todo tiene respuesta.

Imagen

IMG_1707

A veces nos hacemos preguntas que no tienen respuesta.

Algunas veces, también,nos preguntamos que por qué a nosotros.

Otras,  no entendemos nada, muchas veces, muchísimas. Al menos yo.

A veces, sentimos que no nos lo merecemos, ¿y quién sí se lo merece? ¿el de al lado?

A veces, creemos que no es justo, que para qué, que qué aprendizaje vamos a lograr.

¿Te has parado a pensar cuánto te atormentas con estas cuestiones?

¿Te has parado a pensar cuando maltratas a tu pobre corazón haciéndole que duela?

Porque no sé quién se habrá inventado que el corazón no duele, porque el mío ha gritado del dolor.

¿Te has parado a pensar para qué te haces daño, para qué te preguntas una y otra vez  lo mismo, si la respuesta más inteligente que logras es: «no lo sé»?

El corazón se encoje, las manos tiemblan, no puedes hablar; llorar, llorar y llorar. Déjalo. O bueno, no lo dejes, pero por favor, que no te dure mucho, porque si eso ocurre, te garantizo que te va a costar que tu corazón empiece a esbozar una mínima sonrisa.

Ahora, vuelvo a una pregunta de las que lancé antes:

¿Por qué a mí?

¿Y  por qué no?  ¿Y por qué no?

Estaba pensando en decirte que lo mejor es que no te hagas preguntas que no tienen respuesta, o al menos tú no las sabes, sin embargo, quizás sí que sea bueno que reflexiones. Y yo, y yo también.

Y ahora, escucha esto que te voy a susurrar al oído:

¿En qué momento haces estas reflexiones sobre lo justo y lo injusto? Piénsalo.

Yo creo tener la respuesta, creo: cuando estás mal, ¿verdad?

Me solía pasar bastante a menudo, te lo prometo.

Porque cuando estaba bien, no me preguntaba nada, mi alma sonreía, mi mundo sonreía, todo iba bien. Pero entonces, algo se paralizaba en mi interior, una nube negra comenzaba a acercarse, la veía venir, y entonces, la avalancha de preguntas comenzaban a amontonarse en mi cabeza. Tantas y tantas preguntas que notaba cómo se peleaban por hacerse un hueco en la misma. Sentía sus codazos, sus patadas, su maltrato.

Mi corazón se encogía, yo me encogía, y solo podía llorar.

No busques un para qué a todo, quizás no lo encuentres, quizás haya cosas en la vida que no tienen sentido.

Yo soy de la opinión que a veces la repuesta a ese: «¿para qué?», no es inmediato a veces no lo vemos más que con el tiempo. A veces nunca.

No intentes encontrar tampoco el por qué , te puede ocurrir lo mismo, y el vacío te atrapará. Lo sé.

No te repitas que no es justo constantemente, porque hay miles de cosas que suceden cada día que no lo son. Entiendo perfectamente que seguramente, lo que más te preocupe eres tú, lo entiendo, y más si estás sufriendo. No será justo, seguro, sin embargo, sería mejor si fuera un «ajuste de cuentas»…

¿Te sentirías mejor?

Tampoco le encontrarás la lógica, y esto mira, te lo digo con sumo respeto, no va de matemáticas, la vida, casi nunca es lógica, casi nunca.

Pasa las horas, pasan los días, los meses y los años, y si estás leyendo esto, es porque estás vivo.

¿Verdad que no te estás preguntando, el por qué estás vivo? 

Pd: y sí, esto tiene que ver mucho con el liderazgo, con el coaching, con los valores, y en resumidas cuentas, con llevar la felicidad en el ADN.

Gracias por leerme, sois mi motor para que siga queriendo compartir estas reflexiones con vosotros. Aprovecho para deciros, que la mayoría de la veces, sois vosotros quienes me inspiráis.

Si me necesitas, silba. 😉

Ana. www.organiccoaching.es

 

 

Metro, amor, down or above, ¿qué más da? Pure love.

Imagen

El la consuelaElla me mira

Madrid, metro, amor, down or above, ¿qué más da? Puro amor.

Ayer iba deprisa y corriendo, como la muchas veces. De repente, algo llamó mi atención y me paré en seco. Comencé a dudar sobre si darme la vuelta o no, sobre si tirar una foto o no, sobre si pedir permiso o no, sobre si seguir mi camino o no (iba justa de tiempo).

Mil pensamientos se daban codazos en mi cabeza para obtener respuestas, y de pronto pensé que con tan solo una acción, todos quedaban resueltos: quería que hacer alguna foto sobre esa bonita imagen que me estaban regalando.

Como podéis ver, por vergüenza de preguntar, por vergüenza de ser juzgada (sólo los primeros minutos), hice la primera foto desenfocada, porque la realicé mientras caminaba. Reconozco que me daba un poco de apuro qué podría pensar la gente si me viera, sólo por un hecho: que los chicos tienen síndrome down.

Empaticé porque tengo una maravillosa sobrina que tiene parálisis cerebral, y en un segundo pensé en cómo se sentiría mi hermana (la mejor hermana del mundo, y una de las mejores personas que conozco, sin duda) si le quisieran hacer una foto a su hija. Pues depende del contexto, digo yo, al igual que si me la pidieran a mí, depende de para qué y depende de quién, y depende del cómo.

A lo que voy, esa imagen, esos chicos, esos besos y esos abrazos, esas caricias y esas miradas, fueron un regalo. 

Tal y como comentó una persona en mi Facebook tras publicar ayer las imágenes, me parece puro amor, o al menos, mi concepto de lo que es al amor, que ha de tener siempre respeto, ternura, pasión, (eso lo vi) y algunas cosas más, pero hoy no vienen al caso, sólo lo referente a ellos. Esta persona comentaba que las imágenes le habían generado una reflexión, decía exactamente Sebas, así se llama:

«Vivimos poniéndole condiciones (consciente o inconscientemente ) a la otra persona: cómo debes amar, cómo debes ser feliz y un eterno etcétera que lleva a situaciones ridículas e histéricas y por ello a muchas personas les cuesta estar en pareja y abrir su corazón…Hay miedo a dar…los chicos de la foto son naturales porque no saben de complejidades…¡hacen sencillo el amor!»

Pues sí, y esto lo enlazo con otra conversación que tuve hace poco con otra persona. Nos encanta ponerle etiquetas a las relaciones, pareja, novio (un poco en desuso, me atrevo a decir), folloamigo o yo qué sé. Lo que sí que sé, es que tal y como comentaba con esta persona, la versión S.IXX-XX de lo que es pareja, no funciona demasiado, a la vista está con todas las separaciones que se dan…

Creo que se pueden crear relaciones a medida, diseñadas sólo para que esas dos partes que deciden compartir ciertos espacios de su vida, se acoplen para ser felices la mayor parte del tiempo. Como los chicos de la imagen, huelga decir que la pareja convencional no son, y dudo que lo sean, pero…¿y qué, y qué? Hacía tiempo, mucho tiempo que no veía tanto amor, ya no me acuerdo.

Vivimos en un mundo de locos, donde lo más egoísta es no tener televisión para mantenerse alejado del dolor, de la agresión (en el sentido más amplio de la palabra) y vivir un poco en nuestro mundo, como ellos, alejados. Yo soy una de ellas, de esas egoístas que enciende la tv muy de vez en cuando.

Eso precisamente fue lo que me llamó la atención, el amor como en una pantalla de cine o de tv, eso pensé, que parecía una peli. Seguro que en ese mismo instante había miles de millones regalándose amor, así de puro, en otros lugares del mundo, a  la misma hora o a distinta, seguro, sin embargo, delante de cientos de personas que pasaban delante de ellos, yo no lo veo a menudo, por desgracia.

Eran ellos y su circunstancia, como diría Ortega y Gasset. Pues eso. No había más mundo para ellos, nadie pasaba delante de ellos, nadie hablaba, había silencio, quizá oscuridad o quizá claridad, quizá algo intermedio. Quizá estaban en casa o en una playa, no sé. Lo que sí sé es que estaban solos. 

Ahora, reflexiono sobre otra cosa. Es curioso, o a mí me lo parece, que estas imágenes de pura ternura, de puro amor, (aunque sea de ese que dura apenas unas horas, o unos días, qué importa eso) sólo lo veo en personas muy mayorcitas, o muy jovencitas o como en el caso de ayer, chicos con down. Algo que tienen en común, según mi opinión, es que son auténticos, es que hacen lo que quieren, sin pudor.

Qué mal, sin embargo, discusiones horribles sí que se ven. Lo que yo digo, mundo de locos, ¿no?

Regalarnos amor en plena calle está mal visto, es de mala educación… nos da vergüenza, sin embargo, pelearnos, faltarnos el respeto, gritarnos, matarnos, y mil cosas más, eso no, eso no pasa nada. Mundo de locos.

Estuve hablando unos minutos con ellos, decían que se querían, y cuando le dije que si les podía hacer una foto, que quería inmortalizar ese bonito momento de amor, como veis, él se metió en su papel (me encanta) y comenzó a besarla. Ella, me miraba. Sus ojos me dijeron que le pasaba algo, y parece que él se esforzaba mucho por consolarla.

Entonces me fui, les dije: «gracias, me ha encantado» , y mientras me alejaba…  «puro amor». Oí sus risas nerviosas, me di la vuelta, y se estaban besando otra vez. 

En mi mente un poco «loca», ahora mismo, justo en este instante, pensaba que qué divertido sería salir un día a la calle y ver a TODO EL MUNDO, sí, todo, besándose con alguien. Mi mente es así, 😉

Gracias a los chicos de la foto por el regalo, gracias a Sebas Morelli por tus aportaciones (siempre interesantes para mí) y a todas las personas que me habéis dedicado un rato. Hoy me he alargado, disculpad.

 

Un abrazote, ¡si me necesitas, silba!

Ana (www.organiccoaching.es)

 

 

Maldito ¿? Karma

Imagen

 

¿Todo vuelve?

Hace un par de semanas quedé a comer con una persona, un referente a nivel profesional y ahora que lo conozco personalmente, también en este sentido. Antonio Moar, no deja indiferente. Bueno, ambas áreas van unidas, desde mi punto de vista.

Bueno, el caso es que el metro no me llevaba hasta donde habíamos quedado y cogí un autobús. Voy a pagar, saco 20€ y me dice el conductor que imposible, que no puedo pagar con este billete, que busque cambio. Ok, lo hago y nadie tenía. Pánico.

De pronto, sube un señor, yo diría que cubano, no estoy segura, y me dice que me espere, que va a mirar. Me aproxima un billete de 5€ y me quedo mirándole con cara de imbécil, en plan: «ok, y ahora, ¿cómo lo hacemos?». Me dice que no, que me olvide, que pague y ya está. Un montón de emociones se apoderan de mí, sobre todo, me sentía súper agradecida, súper agradecida.

En la comida con Antonio, surge este tema, dar, dar, dar sin esperar recibir nada, sabiendo, que la vida, casi siempre es generosa y nos lo devuelve con creces, a veces, incluso  con una sonrisa maravillosa. El tema de la bondad, de dar mediante el  amor, del que ya he hablado, me gusta tanto, me impregno cada vez más y más de ese halo de paz, y me siento bien, por tener la capacidad de dar  y también por poder recibirlo. Muy afortunada, la verdad.

Cuando salíamos de la comida, hablando de este tema de nuevo, retrocedo en el tiempo y le cuento: «Ayer estuve con otra persona comiendo, cuando me dirigía al restaurante, vi a un chico pidiendo trabajo, en el suelo, con un perro. También pedía comida».

Paré en seco y saqué todo lo que tenía suelto, me acerqué y le pregunté: «Hola, ¿cómo estás?». En ese mismo momento me sentí, otra vez, un poco imbécil, porque pensé  que se trataba de una pregunta retórica. Pues bien, me miró y me dijo: «Bien, bien, estoy bien». Os juro que su cara, sus ojos, los tengo grabados en la retina, y confieso, que no puedo dejar de emocionarme. Me marché.

Pues bien, le decía a Antonio:

«Todo vuelve, yo ayer saqué todas mis monedas y se las di a alguien; hoy, cuando yo lo necesitaba, fue otra persona quien me ayudó a mí».

Mi conclusión es que si  si te gusta dar, si disfrutas de verdad ofreciendo algo con el corazón, cuando no lo esperes, como me ha pasado a mí, lo vas a tener de vuelta. Tiene que salir del alma, como haya alguna intención oculta, la que sea, no va a salir. Sólo cuore. 😉

No suelo dar consejos, sin embargo, hay uno que merece la pena, ya te lo sabes, pero ahí va:

Ama, ama, ama, y ama. Sé AMA-ble, sé ama-ble y sé ama-ble. Todo ese amor, te va a volver con una forma que quizá no sospechas.  Perdonar/se, también es bonito…merece la pena.

Gracias por leerme, muchas gracias.

Ana    (www.organiccoaching.es)

Declaración Universal de SENTIMIENTOS Humanos

Imagen

Love-Pinterest

Os invito a que escuchéis las palabras de Risto Mejide antes de leer el post, y en realidad, si no lo leéis, no importa, tengo poco que añadir, la verdad.

¿Qué menos, verdad? Que todos tengamos el derecho a ser amados y a su vez a amar, éste es el motor de la vida, al menos eso creo yo. Y enamorarnos, cuántas veces lo hemos hecho de personas que quizá hubiera sido «mejor» que no, ¿qué importa eso? ¿Has aprendido algo? Yo sí.

Nada de juzgar, no. Qué nos importa a nosotros quién se enamora de quién, cómo se enamoran, en qué lugar, nada nos ha de importar, solo que haya amor.

Amar a nuestras ex parejas, claro que sí. Siempre tendrán un pedacito de nuestra vida, siempre tendrán impregnados un poco de nosotros en sí mismos, siempre podrán recordar nuestra risa. Nosotros, lo mismo. Siempre podremos recordar esas miradas cómplices, esas risas, esos silencios, esos cuerpos. Ese amor.

Amar también a nuestros ex amigos, ex jefes, a todos nuestros ex, porque también han formado parte de la de lo que somos hoy, de nuestro yo actual.

Perdonar, perdonar y ser perdonados. Incluso, sobre todo, empezar por perdonarnos a nosotros mismos.

Llorar sin miedo, sin vergüenza, sin pensar que hemos de estar siempre bien, sin aguantar ese nudo en la garganta cuya presión a veces parece que nos la vaya a hacer explotar. Llorar, lo que queramos, cuando queramos, por lo que queramos y para lo que queramos.

Abrazar. Creo que quizá, esto lo deberíamos hacer mucho más.

Querer de veras, y querer bien, como dice Risto, sobre todo a aquellos que con sus ojos nos lo piden, sin palabras, sólo con su mirada. Querer a aquellos que más solos se sientan. Querer a todo el mundo, ¿no?

Quererme a mí, pero sin pasarme, que me quede amor para los demás.

Pararme, escuchar los susurros de nuestro corazón, no sacarle la señal de Stop, ser generosos hacerle caso, porque es lo que nos va a llevar eso que llaman felicidad, pero que da igual si tú le llamas paz, o como quieras.

Dar más de lo que uno recibe. 

 

Doy las gracias a mi gran amigo Javier Diaz por este maravilloso regalo que confieso que me ha removido, mucho además. Love you.

Gracias a todos por hacerme caso, la verdad que me siento muy querida, y de verdad que no sabéis cuánto lo agradezco. Es un honor que me dediquéis vuestro tiempo.

Besos y abrazos, mil.

Ana    (www.organiccoaching.es)

 

El coaching no es magia

Imagen

fotomagia

La semana pasada hablé sobre algunas mentiras que nos cuentan algunos (no juzgo si con buena o mala intención, entiendo que habrá de todo) sobre la maravilla de que la lucha, logra que uno consiga todo lo que desee, de que el esfuerzo es la clave para llegar a nuestras metas. No siempre, no siempre.

Pues bien, hoy quiero expresar otra reflexión que llevo tiempo queriendo plasmar.

Quizás, algunos coaches, quizás algunos coachees (clientes), quizás personas que no son ni coaches ni coachees, piensen que el coaching es magia. Boooooingggggg, boiiiinggg, boiiingggg, boinnnnggg, error, error y de los buenos.

Es como decirle a alguien después de vivir en un país extranjero lo chulo que fue. Bueno, sería interesante e incluso generoso ser sincero, y comentar que antes de aprender el idioma, de adaptarse a la cultura y de sentirse aceptado, lo normal es pasarlas canutas.

Pues esto es igual. Después de un proceso de coaching, bien llevado por ambas partes, tal vez parezca que ha sido cuestión de magia, sin embargo no, ha sido cuestión de esfuerzo, de mucho esfuerzo por ambas partes, y de muchas cosas más.

Por la parte que le toca al coach, los ingredientes que debe aportar son los siguientes:

ética y buena praxis.

honestidad y honradez. Tanto hacia el coachee como hacia uno mismo.

responsabilidad y profesionalidad (experiencia y formación).

respeto/humildad  en un 1000% (como poco)

amor,pasión, ilusión por el proceso. Si no, mejor dejarlo.

confidencialidad sin límites, sin ningún tipo de licencia, y menos sin saberlo el protagonista, es decir, el coachee.

-si pude ir con un poco o mucho humor, mejor, seguro que será bien recibido.

-feeling, rapport con el coachee, es fundamental. Si en algún momento deja de existir sería bueno paralizar el proceso. Esto no lo debe de olvidar tampoco el cliente, si no se siente te sintieras a gusto, no comiences. Si dejas de sentirte cómodo después, déjalo, dilo y creo que merece la pena no invertir tiempo y dinero, mejor con otra persona.

Se me escapa algún ingrediente seguro, pero bueno, espero me lo perdonéis, 😉

Mirad, digo lo de humor porque es un proceso delicado, complejo, y a la vez muy, muy bonito, hay que estar muy seguro de querer hacerlo, y eso para qué, pues sencillo, para que esos momentos de lágrimas, sudor y sangre,(me paso un poco, lo sé) sean lo más llevaderos posible.

No quiero decir que vaya a ser un suplicio, que igual para algunos sí, lo quiero es ser sincera y decirnos que mirar hacia nuestro interior, buscar, hace que encontremos, y de todo aquello que nos encontremos, dudo que todo te vaya a encantar, así que hay que estar preparado.

A mí me suele ocurrir que suelen ser las primeras sesiones las más movidas, en las que se remueven más todas las emociones de los clientes y se comienza a ver qué se hace con eso que gusta menos. 

Vuelvo al tema de la magia, quiero añadir los ingredientes que tiene que aportar el cliente, según mi opinión:

compromiso al 100%, sin compromiso, mejor no empieces ningún proceso, vas a perder (que no invertir) un dinero y un tiempo que quizás prefieras utilizarlo en otros menesteres.

responsabilidad: de la mano del compromiso, obvio.

¿No pensarás que si tú decides que vas a hacer equis para ir acercándote a tu sueño/meta/objetivo y no lo haces, llegues a conseguirlo solo por desearlo, no? No es magia, insisto.

-respeto: hacia uno mismo, hacia el coach y hacia el proceso en sí.

ganas, pasión, ilusión, motivación y de verdad querer. 

-valor: ya he explicado un poco tanto el para qué como el por qué.

En fin, una cosa sí te digo, si el proceso está bien llevado por el coach y si el coachee cumple con su parte, es súper probable que la sensación que te quede después de algunas sesiones sea de magia. Incluso puede que está sensación la tengas fuera de la sesión, en el trabajo, en casa o por la calle. También al final del proceso, no sé, es subjetivo totalmente.

Parece magia amigos, sin embargo, yo le llamo compromiso, esfuerzo y pasión.

Después de poner las cartas (no de magia) sobre la mesa, también seré sincera con esto: un proceso de coaching puede cambiar tu vida, merece la pena pasarlo, os lo digo por experiencia, no es permanente, cuidado con pensar así.

No  hay nada más bello que conocerse bien a uno mismo, es un herramienta muy, muy potente: Os invito de corazón a que os animéis si pensáis que os puede venir bien. Relación coste/beneficios, para mí, increíble.

Por si a alguna persona se le escapa, estoy viviendo en Madrid, así es que estaré encantada de que contéis conmigo para cualquier proceso de coaching, formación y todo lo que tenga que ver con el coaching.

Os agradezco mucho que me regaléis parte de vuestro tiempo, muchas gracias.

«Haz lo que quieres hacer antes de que se convierta en lo que te gustaría haber hecho»

Ana    www.organiccoaching.es