Odio las conversaciones cortas.

 

Quiero conversaciones largas, de esas donde se empieza de día y se termina de noche, o donde se comienza cuando atardece, y en el primer rayo de sol que entre por mi ventana,  todavía quede mucho por contar.

Más bien, me gustan esas conversaciones, las que nunca se terminan, las que ruegas que el día no termine para seguir hablando y que te hablen. Adoro también las conversaciones en silencio, donde no se habla  y se dice mucho.

Quiero conversaciones donde se habla de echar de menos, y de más. Donde aparece la nostalgia, el miedo, la infancia, mi primer beso, mi mejor amiga de cuando tenía tres años, mi padre, y mis perros, mis complejos  y los tuyos.

Quiero conversaciones donde parece que lleve coraza, sin embargo, no la llevo, sino que creo que si empiezo, no termino.

Quiero conversaciones profundas, donde se pueda hablar de que me he enamorado, sí, en serio, se llama J.M.M., y el mes que viene cumple 82 años. Quiero conversaciones como las de este señor, sin prisas.

Quiero conversaciones sinceras, a ser posibles, que su punto de partida sea el alma, y que la meta sea el corazón de quien escucha. Quiero llegar y que me lleguen.

Quiero emocionar y que me emocionen. Quiero sentir. Quiero pasar de un tema a otro, y a otro, y que así pasen las horas, los días, las semanas y mi vida.

Quiero conversaciones donde me de repente tenga ganas de subirme encima de la mesa a volverme un poco más loca de lo que estoy y decirle a todo el mundo que soy feliz.

Quiero conversaciones donde se me encoja el corazón y se me salten las lágrimas, sin miedo.

Quiero escuchar, y que me escuchen. Quiero saber tu por qué y sobre todo, tu para qué.

Quiero sentir que cuando me lo cuentas, es como si yo estuviera allí, mirando.

Quiero que hablemos del amor, de la guerra, del hambre, de los niños, de los mayores, de fumar, de correr, de la lluvia, de los tatuajes y de las personas, de cómo sentimos, de cómo amamos, de cómo odiamos, de qué podemos hacer en este mundo de locos.

Quiero reír, aunque después llore, o aunque lo haya hecho antes. Eso siempre, reír.

Quiero gente auténtica, que diga palabrotas, que no tenga filtros.

Quiero gente que me pregunte, y que quiera contestarme. Sin vergüenza y sin miedos. Quiero no contestar si no es el momento, y que te sientas libre de hacer lo mismo, porque lo eres, y porque no soy.

Quiero gente que cuando pregunta que qué tal estás, se tome su tiempo, o más bien el tuyo, el de los dos, para escucharte, con calma.

Quiero hablar de lo que he sufrido, o de lo que estoy sufriendo. Quiero hablar de lo que me acabo de descojonar, y de lo que me descojoné hace dos minutos.

Quiero hablar de mi impaciencia y de qué áreas de mejora tengo. Muchas.

Quiero que tú me cuentes qué te pasa, cómo te pasa, qué quieres, y cómo lo quieres, con quién lo quieres, cómo tienes pensado hacerlo. Quiero que me lo cuentes, cómo te sientes.

Quiero que hablemos de lo divino y de lo humano.

Quiero conversaciones largas, donde se hable del mar, de Dios, de Buda y de quien haga falta.

Quiero que nos tomemos nuestro tiempo, desde el respeto y desde el amor, desde la empatía y desde la escucha más profunda, desde la oportunidad de aprender, desde la humildad, para conocer a personas que se cruzan en nuestras vidas, bastante a menudo, quizás, sin embargo, a veces, no tenemos tiempo…

Me gusta cuando algunas personas me dicen: «¿Ana, y por qué no me llamaste?»

Quiero que me cuentes cosas, y contarte. 

Este post se lo dedico a todas las personas que os tomáis con calma las conversaciones, que escucháis, que me escucháis, que no queréis saber solo:

«¿Y QUÉ MÁS?».

Sino que queréis saberlo todo.

Si os preguntáis qué tiene que ver esto con el coaching, pues os lo diré: mucho. Conversaciones desde al amor, desde el querer saber, desde el saber escuchar, mirar, estar atento, ser humilde, reír, parar, seguir, preguntar, interesarse, ser humilde, respetar, callar. Tiene mucho, mucho que ver. Al menos para mí.

Si os preguntáis qué tiene que ver esto con liderazgo, o con headhuntig, pues igual, mucho, muchísmo. Hablamos con personas, detrás de cada una hay una historia, yo elijo tomarme mi tiempo, en mi trabajo y en mi vida personal.

Si vamos a contratar a alguien, más cuenta nos trae esforzarnos por saber cómo es, qué quiere, qué siente, qué valores tiene. Si ya forma parte de nuestro equipo, es nuestra familia, es tu hermano, o tu primo, o tu vecino, le quieres, es alguien de tu día a día. Dale toda tu atención. 

Gracias a todas esas personas, muchas gracias.

«Si me necesitas, silba». 😉

Te invito que eches un ojo a la nueva imagen de la web, donde yo también «me mojo» y cuento cosas que muchos/as no sabíais.

www.organiccoaching.es

Un abrazote, desde Madrid.

Ana

 

 

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Maldito ¿? Karma

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¿Todo vuelve?

Hace un par de semanas quedé a comer con una persona, un referente a nivel profesional y ahora que lo conozco personalmente, también en este sentido. Antonio Moar, no deja indiferente. Bueno, ambas áreas van unidas, desde mi punto de vista.

Bueno, el caso es que el metro no me llevaba hasta donde habíamos quedado y cogí un autobús. Voy a pagar, saco 20€ y me dice el conductor que imposible, que no puedo pagar con este billete, que busque cambio. Ok, lo hago y nadie tenía. Pánico.

De pronto, sube un señor, yo diría que cubano, no estoy segura, y me dice que me espere, que va a mirar. Me aproxima un billete de 5€ y me quedo mirándole con cara de imbécil, en plan: «ok, y ahora, ¿cómo lo hacemos?». Me dice que no, que me olvide, que pague y ya está. Un montón de emociones se apoderan de mí, sobre todo, me sentía súper agradecida, súper agradecida.

En la comida con Antonio, surge este tema, dar, dar, dar sin esperar recibir nada, sabiendo, que la vida, casi siempre es generosa y nos lo devuelve con creces, a veces, incluso  con una sonrisa maravillosa. El tema de la bondad, de dar mediante el  amor, del que ya he hablado, me gusta tanto, me impregno cada vez más y más de ese halo de paz, y me siento bien, por tener la capacidad de dar  y también por poder recibirlo. Muy afortunada, la verdad.

Cuando salíamos de la comida, hablando de este tema de nuevo, retrocedo en el tiempo y le cuento: «Ayer estuve con otra persona comiendo, cuando me dirigía al restaurante, vi a un chico pidiendo trabajo, en el suelo, con un perro. También pedía comida».

Paré en seco y saqué todo lo que tenía suelto, me acerqué y le pregunté: «Hola, ¿cómo estás?». En ese mismo momento me sentí, otra vez, un poco imbécil, porque pensé  que se trataba de una pregunta retórica. Pues bien, me miró y me dijo: «Bien, bien, estoy bien». Os juro que su cara, sus ojos, los tengo grabados en la retina, y confieso, que no puedo dejar de emocionarme. Me marché.

Pues bien, le decía a Antonio:

«Todo vuelve, yo ayer saqué todas mis monedas y se las di a alguien; hoy, cuando yo lo necesitaba, fue otra persona quien me ayudó a mí».

Mi conclusión es que si  si te gusta dar, si disfrutas de verdad ofreciendo algo con el corazón, cuando no lo esperes, como me ha pasado a mí, lo vas a tener de vuelta. Tiene que salir del alma, como haya alguna intención oculta, la que sea, no va a salir. Sólo cuore. 😉

No suelo dar consejos, sin embargo, hay uno que merece la pena, ya te lo sabes, pero ahí va:

Ama, ama, ama, y ama. Sé AMA-ble, sé ama-ble y sé ama-ble. Todo ese amor, te va a volver con una forma que quizá no sospechas.  Perdonar/se, también es bonito…merece la pena.

Gracias por leerme, muchas gracias.

Ana    (www.organiccoaching.es)

El coaching no es magia

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fotomagia

La semana pasada hablé sobre algunas mentiras que nos cuentan algunos (no juzgo si con buena o mala intención, entiendo que habrá de todo) sobre la maravilla de que la lucha, logra que uno consiga todo lo que desee, de que el esfuerzo es la clave para llegar a nuestras metas. No siempre, no siempre.

Pues bien, hoy quiero expresar otra reflexión que llevo tiempo queriendo plasmar.

Quizás, algunos coaches, quizás algunos coachees (clientes), quizás personas que no son ni coaches ni coachees, piensen que el coaching es magia. Boooooingggggg, boiiiinggg, boiiingggg, boinnnnggg, error, error y de los buenos.

Es como decirle a alguien después de vivir en un país extranjero lo chulo que fue. Bueno, sería interesante e incluso generoso ser sincero, y comentar que antes de aprender el idioma, de adaptarse a la cultura y de sentirse aceptado, lo normal es pasarlas canutas.

Pues esto es igual. Después de un proceso de coaching, bien llevado por ambas partes, tal vez parezca que ha sido cuestión de magia, sin embargo no, ha sido cuestión de esfuerzo, de mucho esfuerzo por ambas partes, y de muchas cosas más.

Por la parte que le toca al coach, los ingredientes que debe aportar son los siguientes:

ética y buena praxis.

honestidad y honradez. Tanto hacia el coachee como hacia uno mismo.

responsabilidad y profesionalidad (experiencia y formación).

respeto/humildad  en un 1000% (como poco)

amor,pasión, ilusión por el proceso. Si no, mejor dejarlo.

confidencialidad sin límites, sin ningún tipo de licencia, y menos sin saberlo el protagonista, es decir, el coachee.

-si pude ir con un poco o mucho humor, mejor, seguro que será bien recibido.

-feeling, rapport con el coachee, es fundamental. Si en algún momento deja de existir sería bueno paralizar el proceso. Esto no lo debe de olvidar tampoco el cliente, si no se siente te sintieras a gusto, no comiences. Si dejas de sentirte cómodo después, déjalo, dilo y creo que merece la pena no invertir tiempo y dinero, mejor con otra persona.

Se me escapa algún ingrediente seguro, pero bueno, espero me lo perdonéis, 😉

Mirad, digo lo de humor porque es un proceso delicado, complejo, y a la vez muy, muy bonito, hay que estar muy seguro de querer hacerlo, y eso para qué, pues sencillo, para que esos momentos de lágrimas, sudor y sangre,(me paso un poco, lo sé) sean lo más llevaderos posible.

No quiero decir que vaya a ser un suplicio, que igual para algunos sí, lo quiero es ser sincera y decirnos que mirar hacia nuestro interior, buscar, hace que encontremos, y de todo aquello que nos encontremos, dudo que todo te vaya a encantar, así que hay que estar preparado.

A mí me suele ocurrir que suelen ser las primeras sesiones las más movidas, en las que se remueven más todas las emociones de los clientes y se comienza a ver qué se hace con eso que gusta menos. 

Vuelvo al tema de la magia, quiero añadir los ingredientes que tiene que aportar el cliente, según mi opinión:

compromiso al 100%, sin compromiso, mejor no empieces ningún proceso, vas a perder (que no invertir) un dinero y un tiempo que quizás prefieras utilizarlo en otros menesteres.

responsabilidad: de la mano del compromiso, obvio.

¿No pensarás que si tú decides que vas a hacer equis para ir acercándote a tu sueño/meta/objetivo y no lo haces, llegues a conseguirlo solo por desearlo, no? No es magia, insisto.

-respeto: hacia uno mismo, hacia el coach y hacia el proceso en sí.

ganas, pasión, ilusión, motivación y de verdad querer. 

-valor: ya he explicado un poco tanto el para qué como el por qué.

En fin, una cosa sí te digo, si el proceso está bien llevado por el coach y si el coachee cumple con su parte, es súper probable que la sensación que te quede después de algunas sesiones sea de magia. Incluso puede que está sensación la tengas fuera de la sesión, en el trabajo, en casa o por la calle. También al final del proceso, no sé, es subjetivo totalmente.

Parece magia amigos, sin embargo, yo le llamo compromiso, esfuerzo y pasión.

Después de poner las cartas (no de magia) sobre la mesa, también seré sincera con esto: un proceso de coaching puede cambiar tu vida, merece la pena pasarlo, os lo digo por experiencia, no es permanente, cuidado con pensar así.

No  hay nada más bello que conocerse bien a uno mismo, es un herramienta muy, muy potente: Os invito de corazón a que os animéis si pensáis que os puede venir bien. Relación coste/beneficios, para mí, increíble.

Por si a alguna persona se le escapa, estoy viviendo en Madrid, así es que estaré encantada de que contéis conmigo para cualquier proceso de coaching, formación y todo lo que tenga que ver con el coaching.

Os agradezco mucho que me regaléis parte de vuestro tiempo, muchas gracias.

«Haz lo que quieres hacer antes de que se convierta en lo que te gustaría haber hecho»

Ana    www.organiccoaching.es

 

 

Se vende humo

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se vende humo

Mire usted, que no sé lo que me pasa  hoy pero que me he levantado rebelde. Quizás un mal sueño del que afortunadamente no recuerdo nada.

El lunes de la semana pasada, hablaba yo con una gran persona y un gran profesional dentro de mi sector, pero a mil  años luz de mí.

De repente, ¡zas! sale un tema sobre el que yo llevo reflexionando ya un buen tiempo, y pensé: a ver Ana, te la estás jugando pero no importa, sé tú misma, di lo que piensas. Y eso hice.

El tema en cuestión era cómo, cuándo, quién y también a quién y qué (puro coaching con  tanta preguntita) se le dice a alguien, pero así, sin que tiemble el pulso: «Imposible is nothing», vídeos de motivación que hay a miles en internet, miles de speackers y coaches…

¿Perdona? ¿Que nada es imposible? ¿Estamos locos? Dile eso a una mujer que ha sido operada de cáncer y que quería ser madre y amamantar a sus hijos. O dile a un ciego que puede ver, que es sólo cuestión de esfuerzo.

Me lo llevo al extremo, como suelo hacer yo, para que se vea con claridad.

Por más que yo me dedique al coaching, y sobre todo por que me dedico a ello, lo más importante, lo que está por encima de todo, son las personas. Yo trabajo por y para ellas, estoy a su servicio, desde el amor, el respeto y la humildad, o eso intento.

Jamás, y esto ya lo he comentado en algún post que he escrito de motivación y/o superación personal, os creáis nada de nadie, y mucho menos a pies juntillas, sea quien sea. Incluyéndome a mí, o mejor, de mí la primera.

Todos, perdonadme que os diga, todos, tenemos límites, estamos limitados, hay cosas donde es imposible que lleguemos. Y sí, dije la palabra innombrable, y la repito, im-po-si-ble.

Cierto es que, ahí donde nosotros pensamos que están nuestros limites, no van a estar, casi seguro. Van a estar muchísimo más lejos de donde creemos, podemos llegar mucho más lejos de donde pensamos, segurísimo. Ahora bien, estamos limitados.

Hablo de esto una vez más para que la gente, quizás alguno de los que me leéis, si no llegas donde quieres llegar, si te está costando mucho, ¿sabes lo que yo haría? Yo seguiría intentándolo, pero ojo, ojo con los costes que estás pagando…Tal vez, el alcanzar esos sueños, te está alejando de otras cosas o personas con bastante valor en tu vida.

Otra cosa que os quiero decir, haced una valoración porque si el ir hacia vuestros sueños, saltando de intento a intento, y sin lograr aquello que tanto anhelais os está sumiendo en una depresión o estado de frustración (que puede terminar también en depresión) o en resumidas cuentas, si el precio que estáis pagando es demasiado caro, si os hace sufrir, yo creo que es que ha llegado el momento de hacer un nuevo planteamiento.

Te invito a que te respondas a estas preguntas:

¿Cómo sabes que es ese de verdad tu sueño?

¿Cuánto tiempo llevas intentándolo?

¿Qué has conseguido hasta ahora? ¿Qué has dejado por el camino?

¿Qué te aporta seguir luchando?

Bueno, y otra cosa que se me ocurre: quieres seguir adelante, y me parece genial,  sin embargo, alguien te dijo que nada era imposible, te lo creíste  y estás viendo que sí…que al menos para ti, eso es imposible. No digo que tires la toalla a la primera de cambio, sino que valores, que pienses cual es TU REALIDAD, no  la que te venden otros/as.

Ok, veamos. ¿Qué te parece si buscas nuevas opciones para lograr tu sueño? Esto es otra opción, en lugar de estar erre que erre yendo en la misma línea.

Me refiero a buscar nuevos caminos o incluso nuevos sueños parecidos a ese que nos está costando tanto y que pensemos que va a ser más real.

Lo que quiero decir es que la venta de humo es gratuita (bueno no, hay personas que cobran una pasta) sin embargo, está en tu mano hacer caso al 100% o simplemente coger lo que más te interese, teniendo en cuenta qué tienes y hacia dónde quieres ir.

Atención, en serio, porque he visto a gente frustrarse mucho y pasarlo mal por creerse que Impossible is Nothing. Venga hombre, seamos honestos…yo nunca voy a medir 1,75cm ni a tener los ojos verdes, a no ser que me ponga tacones y lentillas. Que oye, es una opción, 😉

A partir del martes día 20 de este mes, estaré instalada en Madrid, y por ende, encantada de que, a quién le apetezca, cuente conmigo para realizar un proceso de coaching o cualquier servicio dentro de mi área, como formaciones, charlas, etc.

Un abrazote y gracias por leerme, como siempre.

Ana   www.organiccoaching.es