Ninguno quiso mojarse y acabaron muriendo de sed.

morirse-de-sed

 

Vivimos en un contexto histórico donde, al menos a mí, me parece interesante que hagamos una reflexión. A ver…¿Qué quieres? Yo misma: ¿Qué quiero?

Curioso. Queremos no tener pareja, que no es lo mismo que estar solos, ¿o sí? Queremos tener pareja, y la verdad, a veces no comprendo muy bien para qué, para estar haciendo «soffing» cada uno con su iPhone dale que te pego a las redes sociales…

Queremos dormir con alguien, pero ¿Para qué? ¿Para no sentirnos solos, para sentir que alguien nos quiere, para sentir que le importamos a alguien? ¿Pura costumbre?

Me viene a la cabeza una canción de Sabina, que decía algo como de un gato sin dueño que va por los tejados, o también me suena algo así como «no miento si juro que daría por ti la vida entera, y sin embargo, un rato cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera».

¿Qué nos está pasando? No sé, parece que hoy en día decir que se quiere una relación un poco más profunda, de alma a alma, de piel con piel, no está de moda, es como que «eres una antigua». Ni siquiera el término «folloamiga», o como se diga, es como… «uffffff, eso es mucho».

Pero, pero, luego llega un domingo lluvioso, o llegan las vacaciones, o un día cualquiera de una semana cualquiera, y oye, como que echas de menos un poco de amor, de amor del bueno. Ya no hablo de acostarte con alguien, sino de acostarte y levantarte. Pero oye, que no, que esto no es así.

Queremos unos curros increíbles, que nos llenen, hablar idiomas, «triunfar», salir ideales en las fotos de las redes sociales, tener muchos seguidores, y no sé, esto me lo pregunto mucho últimamente: ¿Para qué? ¿Qué te/me aporta tener veinte mil «me gusta» en una foto de Facebook? De toda esa gente, ¿a quién crees que le importas de verdad? ¿Será una  cuestión un poco de ego? ¿Sería mejor invertir ese tiempo en llamar por teléfono y decir: «Te veo genial (o fatal), dime, ¿cómo estás? Pero no, esto quizás ate mucho, es mejor mantener un poco la distancia de precaución, y pasar solo si hay un paso de cebra, y si el semáforo está en verde. Pero, ¿sabemos cuándo el semáforo está en verde?

Vamos a inventar una palabra, aunque quizás exista y yo la desconozca:

amorfobia.

Ayer lo hablaba con un amigo, me decía que llevaba dos años sin estar con nadie, y que sentía que él mismo se estaba bloqueando, y puede ser, claro que pude ser. No queremos un polvo rápido pero tampoco una relación. No quiero desnudarme ante ti, porque me da vergüenza que veas cuán vulnerable soy, y por supuesto, aunque me gustes, no te lo haré saber, porque  total, no tengo ni idea de lo que quieres. No tengo mucho tiempo, así que el que tengo quiero que sea muy especial, pero claro, a la primera de cambio cojo la puerta y me largo, y así, es difícil que surja algo bonito. Ah, bueno, pero realmente yo quiero algo bonito o yo qué quiero.

¡Ya lo tengo!: quiero tener pareja cuando me dé la gana, como me dé la gana, con quién me dé la gana, donde me dé la gana, el tiempo que me dé la gana, y todo como me dé la gana, porque las normas, las pongo yo… Así  nos va.

Esto último no va conmigo, la verdad, y sin embargo, no me queda otra, lo respeto, es que no hay más opción. Me pregunto ahora mismo, justo ahora, cómo han cambiado tanto nuestros valores, cómo se antepone el éxito profesional al personal, cómo se puede preferir el dormir solo a dormir con alguien (no cualquiera, como decía Sabina).

Es curioso que nos parezca un acto de una intimidad absoluta dormir con alguien, y sin embargo, desnudarnos y tener sexo con alguien sea como el que comparte una mirada furtiva en plena calle. Como decía otra canción: «ay, cómo hemos cambiado…»

En definitiva, y una vez más, estaría más que bien, según mi opinión, que nos preguntáramos qué estamos haciendo con nuestras vidas, si estamos dejando que se nos escapen trenes que quizás nos podrían llevar a sitios bonitos, o al menos, con un trayecto chulo, que nos haga saltar de felicidad. Puede ser que nos queramos bajar a las pocas paradas, pero…¿Y qué? Son oportunidades. Hace unos días lo hablaba con mi hermana por algo que le habían dicho de los tres que pasan, y bueno, yo creo que el tren sigue pasando, lo cojas tú o no, no se para, lo que depende de uno es si ese tren nos llevará a nosotros o si por el contrario, decimos quedarnos en tierra, y en ese caso, subirán otras personas.

Acuérdate de que sólo tienes una vida, y una vez leí que un día sin sonreír es un día perdido, y con el amor, pasa algo parecido: si tienes la posibilidad de amar y de que te amen, hazlo. Quizás dentro de unos años se ponga de moda amar y no sé, te acuerdes de esa persona…

Ojo, también entiendo que tal y como está el percal, algunos prefieran aquello de «Virgencita, virgencita que me quede como estoy». Normal…

Perdonad si veis alguna falta de ortografía, no voy a repasar el post porque si no, quizás no lo publique, así que, esta es mi reflexión más personal sobre el amor, las parejas, las pseudo parejas, las neo parejas, y todo eso, 😉

Mil gracias por leerme, y por cierto, ¿Qué tiene que ver esto con mi trabajo? MUCHO. Hablo, como es evidente, de amor, de respeto, de empatía, de ser uno mismo, de liderazgo, de autenticidad, de reflexión, compartir, sinceridad, cambio de paradigma, etc.

Gracias a Coco Animaux (Instagram) por esta imagen que ya publiqué en mis redes sociales hace un tiempo, me encanta.  Gracias a Inés Lee por la publicación hoy la misma red social porque me ha invitado a reflexionar (de nuevo) sobre este tema.

Un abrazote, y si no vuelvo por aquí: Feliz año 2017.

Ana http://www.organiccoaching.es

 

 

Anuncio publicitario

Mírame a los ojos.

Imagen

 

A veces me preguntan que cómo he llegado dónde estoy, refiriéndose a mi estado de mental.Sobre todo personas que conocen bien mi historia. Y yo contesto (al puro estilo coaching):

«Y para ti, ¿dónde estoy?».

Me contestan de todo, pero sobre todo, se refieren al estado de «rutinariamente feliz» en el que pasan mis días, en el que fluyo conmigo misma, con mi vida.

Pues bien, la respuesta es variada.

Por una lado diría que llorando, sufriendo a tope, cayéndome y haciéndome mucho daño, rasgando mi alma, haciéndome heridas que se convierten en cicatrices que luego miro y valoro.

Equivocándome. Asumiendo. Responsabilizándome. Quitándome el rol de víctima. Relativizando. Activándome. Haciendo cosas. Esforzándome. Frustrándome. Valorándome (sin  pasarme). Equivocándome. Aprendiendo. Atreviéndome.

Cuando algunas personas, que me conocen bien desde hace muchos años, me dicen que menudo cambio, yo siempre contesto lo mismo:

 «No ha sido gratuito, no ha caído del cielo. He pagado mis facturas».

Siento, y lo digo con la más absoluta sinceridad y humildad, que le debo mucho a la vida, a mis amigos, a  mi familia, a Javi, y a todas las personas que  han confiado en mí. Me refiero tanto a personas con las que he trabajado, como con las que he colaborado, me refiero a esos grandes profesionales de los que aprendo y de los que me siento superorgullosa. También hablo de la cajera del súper, y de aquel rumano que se pudo volver a su país con su familia (vivía en la calle).

Pero todo esto, no habría sido posible sin el coaching. Para mí, el punto de inflexión que me hizo dar un giro de 180 grados, fue el coaching. Lloré como una niña pequeña al ver qué cosas más feas había dentro de mí, producto de tantas y tantas cosas por las que sufrí, y que no viene hoy al caso.

Me quité el cartel luminoso de:

«Soy una infeliz». «Todo me pasa a mí». «Qué mala suerte tengo». «Mi vida siempre será una mierda»;

y los sustituí por este:

«Asumo que gran parte de lo que me ha pasado es mi responsabilidad». «Hay cosas que ya es complejo que puedan darse, lo asumo». «Mi vida puede ser maravillosa si hago cosas». «No soy víctima de la mala suerte, yo soy  responsable de mis actos».

Esto, que a priori puede sonar sencillo, para mí fue un duro proceso. Como he comentado, había partes de mí que quería cambiar a toda costa. Sabía que me alejaban de algunas personas. Sabía que me alejaban de mí. Sabía que me alejaban de la felicidad, y más que de la felicidad, de la paz interior.

¿Os acordáis de Caótica Ana? Una película del año 2007 de Julio Medem. Pues yo me sentía así. Caos.

Ahora, y sin ningún ánimo de ir de algo que no soy, me siento feliz conmigo misma, me he perdonado, he pedido perdón y también he perdonado.

Ya no me siento culpable, sino responsable.

Ya no me siento víctima, sino responsable también.

Desde el momento que decidimos qué queremos hacer, cómo queremos ser, tomamos conciencia, nos damos cuenta, y hacemos que las cosas ocurran sin que se den por ciencia infusa, empiezan a pasarnos eso que en principio creemos que es magia. Se llama esfuerzo.

No esperes que nadie te diga cómo tienes que ser, hacia dónde has de dirigirte, cómo vas a encontrar tu felicidad (nadie mejor que tú lo sabe).

No te creas nada de lo que te digan en charlas o conferencias, incluso mías, sobre todo  las mías. Lo que a mí me vale, quizás a ti no, o sólo en un porcentaje. Al que está a tu lado, no sé, habría que preguntarle. De lo que escuches, quédate solo con lo que tu corazón se sienta cómodo.

Coge todo con pinzas, cuestiónate, mira hacia tu interior, llora, haz limpieza general (a tu modo, con tus tiempos, respetando cada emoción que vaya aflorando.

Mi opinión (tampoco tienes por qué creértela) es que para ser feliz es necesario este proceso de introspección, que te conducirá (si tienes valor) al autoconomiento.

Como dice la imagen:

«Conviértete en lo que sabes que eres».

Muchísimas gracias por leerme, por estar en mi vida. Gracias a toda la gente que me acompaña en el camino. Gracias a esas personas maravillosas que he conocido gracias a este blog y a otras RRSS, aprendo un montón de todos y cada uno de vosotros.

Recuerda: «Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?».

Ana www.organiccoaching.es

 

 

 

Viniste a ser feliz, no te distraigas.

Viniste a ser feliz, quizás no lo sepas, o ya no te cuerdes, o puede ser que tu vida sumamente frenética te «impida» pensar en ello.

¿Qué es lo que realmente te hace feliz?

Bueno, la primera pregunta es: ¿Eres realmente feliz? (O sólo sonríes).

A veces me pregunto estas cosas, cuántas personas serán verdaderamente felices, entre ellas tú. Me pregunto si cada uno está donde quiere estar, viviendo su vida o la vida de otra u otras personas.

Me pregunto si vives donde quieres vivir, con quién quieres vivir, si te levantas con ilusión o ilusiones cada día de tu vida.

Si hay una cosa que es irrevocable es que tanto tú y yo, todos, vamos a quedar fuera del juego de la vida, no sabemos cuándo, un día…

Puede ser que estés pensando que tu vida es inamovible, y puede ser que te estés inventando un montón de excusas para no salir de esto que está tan de moda, es decir, tu zona de confort.

Cada persona es (por supuesto) capaz de vivir su vida como mejor le parezca, y yo no lo juzgo, lo que sucede es que a veces me da pena, porque pienso a la velocidad que pasan los días, los meses y los años, y nadie nos los va a devolver.

Ya lo comenté en otro post, cuando estemos muriendo, si hemos pasado equis años en un lugar donde no éramos del todo feliz (sobre todo pudiendo haber elegido) creo que nos sentiremos regular por no haber aprovechado un poco más este regalo que es la vida.

Me suelen llamar valiente, y la verdad es que me llama mucho la atención, y pregunto que por qué. Las respuestas son de lo más variadas y curiosas, al menos para mí. Yo no me considero valiente, lo que creo es que quedarse en  un punto donde uno no es del todo feliz…no sé, eso sí es de ser valientes, porque (desde mi punto de vista) es regalar parte de nosotros, y yo prefiero otros caminos.

¿Parece fácil? porque si lo parece, no lo es. Esto no se trata de pensar y hacer, sin más, lleva un tiempo de reflexión, y sin duda, cuando uno decide cambiar algún aspecto de su vida, deja cosas en el camino, obvio. Es doloroso, bastante a veces, sin embargo, yo no lo entiendo de otra manera.

Hay veces que tenemos suerte y esos cambios se producen sin duelo, porque realmente lo que estamos dejando sabemos que no merece la pena, lo duro es cuando dejamos cosas (sobre todo personas), o ciudades, amigos, trabajos, lo que sea, que nos han ayudado a evolucionar, con los que hemos crecido. Esto es un poco putada, la verdad.

La vida son elecciones, decisiones que tenemos que ir tomando.

Recuerda sólo esto: has nacido para ser feliz. ¿Por qué? Pues porque solo tienes una vida.

Como dice la imagen, no te distraigas, no pierdas tu foco, ten claro qué te hace vibrar, qué te hace sentir la ilusión de un niño, porque a veces, está más que bien subirse a un avión que no sabemos a ciencia cierta donde nos va a llevar. En realidad, esto es lo que tienen las decisiones, ahí está la complejidad de las mismas, que no sabemos con certeza si será o no.

En cualquier caso, lo dicho, sé feliz y no te distraigas, cada día que pasa no va a volver. Menuda noticia, ¿no? Lo digo porque a veces parece que se nos olvide, a mí también. 😉

Pd: pido disculpas de corazón por si alguna persona que me está leyendo está pasando un momento delicado donde su felicidad no depende de una elección propia.

«Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?».

Un abrazote, gracias por leerme.

Ana www.organiccoaching.es

 

 

«hazlo, y si te da miedo, hazlo con miedo»

Resultado de imagen de hazlo y si te da miedo hazlo con miedoMe llama la atención cuando un montón de personas, por ejemplo este fin de semana, me dicen que qué valiente soy por determinadas decisiones que he ido tomando a lo largo de mi vida. 

¿Valiente? Yo no lo veo, si me dan miedo las decisiones, un montón algunas de ellas. Pero en fin, voy a intentar diseccionar un poco este tema…

Vamos a ver, ¿valiente por qué? ¿Por tomar decisiones? Miles de personas lo hacen, yo creo. Para mí, ya lo he dicho en alguna ocasión, lo valiente, lo osado, es olvidarnos de que cada decisión, cada oportunidad que nos ofrece la vida y que supone que «tengamos» que tomar, es una manera de madurar, de crecer, de evolucionar, de darnos una oportunidad para ser felices, o más felices. 

Cada decisión lleva (si no todas, la mayoría) un tirarse al vacío, un riesgo, porque no saber predecir el futuro, yo por lo menos, lleva implícito dicho riesgo. Ahí comienzan nuestras dudas y nuestros dos yoes comienzan su lucha y nos mandan a gritos diferentes consejos: 

«Nooo, no lo hagas, estás bien como estás, déjalo». «Ni se te ocurra, estás loca»

«Hazlo, hazlo, es normal que tengas miedo. Sólo se vive una vez, arriésgate, vívelo, es una oportunidad que cuando pase un tiempo seguro que te alegras de haberla tomado». 

Yo hago muchas, muchísimas cosas con miedo. Tomo un montón de decisiones en las que me pregunto si en algún momento me podré arrepentir. Yo creo que la pregunta clave es algo así: 

«¿Eres feliz?» Si la respuesta es «no»…

¿A qué esperas para serlo, a tener 80 años? 

«Sí, soy feliz». A lo que yo diría: ¿Quieres ser más feliz? Hazlo.

Es lo que está tan super de moda de salir de la zona de confort (me cansa un poco, pero bueno), e irnos a la zona de aprendizaje, donde es seguro que nos van a pasar más cosas. 

Oye, que no pasa nada si tú decides quedarte ahí tan a gustito en tu guarida, yo lo respeto, me parece que cada uno vive su vida como, donde y con quien quiere. Desde luego yo lo siento y lo vivo de otra manera, pienso diferente. 

Yo, con mis conversaciones internas, que no son pocas, me digo: ¿Ana, eres feliz? ¿Hay algo que quieres hacer para ser más feliz? Le doy vueltas, a veces más y a veces menos, y lo suelo hacer. 

No es lo mismo hacer puenting que dejar un trabajo donde uno lleva mil años, o una relación, o cambiar de cuidad y «dejar» a familia, amigos, mar,  olores, sensaciones e irse a otra ciudad. Lo del puenting lo tengo que valorar, veremos, ;). 

Lo que intento decir es que la vida, está llena de decisiones, unas más triviales y otras implican gran responsabilidad, a veces se tienen que tomar con más prisa (puenting) y otras requieren más tiempo. 

En cualquier caso, y ahora super en serio, yo tengo miedo muchas veces, la gran mayoría de decisiones, sobre todo si las mismas implicas cualquier tipo de impacto  a otras personas. Cada vez que cambio de ciudad me pregunto si estaré bien, y la verdad, en casi todos los sitios he estado bien. Adaptarse cuesta un poco, o mucho, pero merece la pena.

Siento que me subo a una escalera, mi escalera, hay una puerta, en en ella una mirilla, donde veo el abanico de posibilidades que me puedo encontrar, y son miles, las que la imaginación de cada uno quiera o pueda crear. Esta feo que yo lo diga, soy experta en imaginar, en elucubrar…Sí, y no lo digo en plan prepotente, porque en ocasiones, eso que veo es posible que pase, sin embargo, es tan, tan sumamente improbable, que…en fin…desde mi mirilla, a la que accedo cuando me subo a la escalera, se ven muchas cosas. Unas me encantan, cierto (si no las viera, es evidente que no tomaría las decisiones, tampoco soy tan tonta) y otras, ya digo, pues no son tan «divertidas».

Yo soy de la opinión de que es mejor arrepentirse de cosas que se han hecho (con miedo o sin él) que de arrepentirse de algo que nunca se hizo. Al menos se habrá intentado, digo yo. Topicazo al canto. 

De hecho, ahora que pienso, en mi firma en los correos, tengo puesto esto: 

«Haz lo que quieres hacer antes de que se convierta en lo que te gustaría haber hecho». 

Pues eso. 

Gracias por vuestro tiempo, un abrazote. Espero que hayáis disfrutado mucho del verano. 

«Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?»

Ana    (www.organiccoaching.es)

«Si dices groserías es porque eres más feliz». (Ya decía yo)

Ahora lo entiendo todo, bueno, cuando digo todo me refiero al tema de la felicidad, 😉

Digo palabrotas desde que tengo uso de razón, huelga decir que creo saber elegir el momento, sin embargo, de vez en cuando se me puede escapar un «joder» y tampoco pasa nada.

Esta teoría que plantea el vídeo la tengo desde hace muchos años. Creo que las personas que decimos «groserías» somos más felices, porque, en primer lugar, estamos diciendo aquello que se nos pasa por la cabeza, y eso, eso no tiene precio (en ambientes donde haya confianza, repito).

Por otro lado, si en lugar de decir la palabra bien sonante, decimos la mal sonante, suele provocar risas, en  uno mismo y en el resto, y esto, esto tampoco tiene precio, es casi lo mejor. Yo, personalmente, me paso la vida descojonada. (Con perdón).

Esta maravillosa capacidad de exagerar las cosas que tienen las palabrotas es indescriptible, lo que sí se puede hacer es describir con exactitud algunas cosas, o situaciones que sin ser tan explícito sería más complejo (al menos para mí, quizás es que me falte vocabulario del bueno y del otro, sea una experta, ;D).

¿Cómo es cuando uno/a se cae? No es maravilloso el hecho de poder cagarse (lo he vuelto a hacer…sorry) en todo lo que a uno se le pasa por la cabeza, maldecir, y acordarse de la madre y del padre del responsable (aunque sea una piedra, una puerta, una mesa, ventana, lo que sea).

¿Y el momentazo cuando nos dan una buena noticia? Madre mía, para mí esto es peor, en el sentido de que no me dejo una en el tintero, caen todas. Como esté sola o con gente de mucha confianza hasta puede ser que me invente alguna nueva. Algo así como una «fusión palabrotera».

Yo, con el permiso o sin él del resto del mundo, voy a seguir en mi línea, porque efectivamente, sé que libero endorfinas, aumenta mi autoestima, y cómo no, quiero seguir siendo una tía honesta, así que, por mi felicidad, mi honestidad, y mi autoestima, necesito seguir siento una malhablada. Solo lo hago por eso, que conste…  😉

¿Qué tiene esto que ver con el coaching?

Todo. estoy hablando de ser honesto, de ser auténtico, de tener un nivel alto de autoestima con todos los beneficios que esto te puede aportar. Estoy hablando de felicidad, de decir lo que pienso, porque de verdad:

¿Alguien piensa que porque yo diga palabrotas voy a ser maleducada? Venga, no seas antigua/o.

Casi cerrando el post me acabo de acordar de mi querido amigo Martín, que dice que dentro de mí hay dos Ana, una es sweet Ana, otra…Ana la punkita. No le digo yo que no.

Te mando un fuerte abrazo, muchas, muchas gracias por leerme, ya sabes que valoro enormemente que dediques un rato para leer lo que escribo. Sobre todo chorradas como esta, 😉

Espero haberte sacado una sonrisa recordando algún momentos de esos a tope de genialidad + brutalidad, son lo más.

«Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?».

Ana www.organiccoaching.es

 

 

El rap de las cosas que son realmente importantes.

Bien, estoy de semi vacaciones, sin embargo, me desperté «rebelde» y decidí escribir sobre este vídeo que cayó en mis manos hace poco.

A mí, realmente, me produce tristeza, porque creo que en cierto modo, es cierto.

¿Tú te acuerdas de los ríos que te hicieron memorizar? Yo no, y tampoco de las miles de mesetas…en fin.

Creo que es verdad que hay que hacer hincapié en algunas cosas, un poco de cultura general no va mal, sin embargo:

 ¿Se intentaban crear personas con valores, personas felices? ¿Qué hay de eso?

He hecho coaching y trabajado en otras áreas de mi profesión donde me he encontrado con personas que a una edad adulta me han reconocido no saber quiénes son, ni dónde están, ni adónde van, ni que quieren, es decir, lo que viene siendo, que se encuentran perdidos. Lo malo: no son felices con lo que en el momento presente tienen. Lo bueno: según mi opinión, en la mayoría de los casos se puede hacer algo.

Efectivamente, nos obligaban a rezar, y según tengo entendido, la religión, sea cual sea, se basa en el amor, ¿no?

Pues bien, yo recuerdo cómo se reía de mí un profesor porque no sabía dibujar, un día incluso me rompió en mil pedazos un dibujo.

¿Es eso amor?, ¿es eso respeto? 

El amor, el respeto, y el resto de valores, han de ser bidireccionales, de mí hacia ti y de ti hacia mí, aunque sea una persona mayor o mi profesor, sobre todo por ello, yo diría. Es eso de «haz lo que yo digo no lo que yo hago».

¿Os hablaron de la educación sexual? A mí, no. ¿De las drogas? Tampoco. ¿De la importancia de hacer lo que amamos, los que nos hace felices? No.

Por esto, pasan las cosas que pasan, y para no irme por las ramas, me centraré en la educación. ¿Os habéis fijado cuantas personas adultas comienzan una carrera nueva, o la primera? Quizás tenga algo que ver con lo que estoy diciendo…

Más que una fábrica de idiotas, y no le voy a discutir a Lytos que alguno/a hay, creo que es una fábrica de personas perdidas, y en muchos casos, esto nos impide ser felices. Aunque también conozco a personas que no tienen ni idea de nada, y oye, tan contentos que van por la vida sin saber quiénes son. O eso parece.

Ya existen en España algunas escuelas increíbles (modelos que vienen de otros países, claro) donde se trabaja la inteligencia emocional, los valores, donde enseñan que no pasa nada por mostrarnos tal y como somos, que no se hunde el mundo porque lloremos, y que tenemos derecho a estar tristes, enfadados, sentirnos frustrados, y sobre todo, enseñan cómo se gestionan estas emociones. Buena noticia. La mala, cuestan una pasta, y ojalá todo el mundo pudiera darle a sus hijos le educación que esté más en consonancia con su forma de sentir, de ver la vida, pero esto no siempre es posible.

Demasiados ríos y mesetas, muy poca poesía, música, arte en el sentido más amplio de la palabra. Muchas faltas de ortografía, eso lo sigo viendo.

Inglés en vena, es una vergüenza, y aquí sí lo digo sin que me tiemble el pulso, es una vergüenza que en todos los países que he viajado por Europa (por no irme a EEUU, ;)),, nos den mil patadas. Ellos dicen que hablan «a little bit» y para mí, son bilingües, lo hablan muy, muy bien.

No me hablaron del amor, ni de cómo puedo gestionar una situación de tristeza, tampoco me explicaron que está más que bien tener respeto por TODO el mundo, y en especial por los más vulnerables. En el cole tampoco me contaron cómo podría comunicarme de una manera efectiva. No, cera autoconcepto, cero autoestima, tampoco recuerdo que me hablaran de la humildad, ni de la solidaridad. Del pedir perdón tampoco (solo de poner la otra mejilla…), ni de los beneficios de ser una persona agradecida, con la vida (en general), no me dijeron que es una suerte tener para comer todos los días, y una casa, y vivir en un país que no está viviendo una guerra. Eso, en el cole, no era importante.

¿Cómo se puede explicar que en países subdesarrollados sean más felices que nosotros? Mucho para reflexionar, yo creo.

«Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?» 😉

Un superabrazote y muchas gracias por vuestro tiempo.

Ana. (www.organiccoaching.es)

¿Cuánto pesa tu vaso de agua?

Imagen

soltar vaso

 

Suelo hablar con personas que, en ocasiones, se sienten estresadas o agobiadas. Es normal, todos lo hacemos en un momento dado en nuestras vidas, parar ser más exacta, en varios, otras personas en muchos.

Pues he aquí la respuesta a cuando a mí me preguntan que cómo lo hago, cómo lo hago para superar situaciones dolorosas o de estrés.

No es magia, no se trata de eso. Obviamente, creo necesario conectar con aquello que no duele, con aquello que nos bloquea, con esa emoción que creo en la mayoría de ocasiones es miedo y tristeza, o ambas. Menuda pu**da cuando les da por venir juntas, lo sé.

El pensar demasiado, sobre todo, sin no hacer nada, sin pasar a la acción, hace que no sepamos ni qué hacer ni qué decir, yo me he visto en esas alguna vez.

Respira, en el sentido más amplio de la palabra, sin embargo, cuando el brazo te duela, hazte un favor, suelta el vaso. Desconecta, desconecta y vuelva a conecta cuando ya no te duela. Y si no te hace falta volver a levantar el vaso y cargártelo, mucho mejor para ti.

La vida a veces nos pone en situaciones que nos provocan cierto estado de dicotomía absoluta, yo lo que recomiendo es que escuches a tu corazón, es el que mejor de puede aconsejar, sin embargo, no te olvides de la parte racional, no te olvides de lo que por tu cabeza pasa.

Está bien pensar, está bien sentir el dolor, pero creo que no hay que darle tanta, tanta importancia, ni tanto tiempo, en especial, esto. No creo que sea interesante dejar que la tristeza nos atrape, porque quizás, si miras a tu alrededor, verás que no es para tanto.

Mueren familiares, les decimos adiós no sin (en muchos casos) pensar que lo podíamos haber hecho mejor, y el sentimiento de culpa se apodera de nosotros, junto con la tristeza, porque lo malo de estos casos, es que no hay vuelta atrás, no hay perdones, no hay abrazos, ya no se puede.

Hay separaciones, que (por desgracia) en algunos casos no terminan bien, y en cualquier caso, son duras. Quizás aquí también surjan preguntas como que qué se podría haber hecho mejor. Y se echa de menos, claro. Lo extraño sería no acordarse nunca de una persona que ha estado tan, tan cerca de nosotros, de nuestro alma, de nuestro corazón. Aunque se finalice bien, es duro.

Si nos distanciamos de amigos, o tenemos cualquier problema en el trabajo, o si no tenemos tiempo…igual, a levantar el vaso. Ok, todo esto lo entiendo.

Pero dime una cosa, ¿qué te aporta estar con el vaso soportando ese peso durante tanto tiempo?

Mira a tu alrededor, abre los ojos y escucha, escucha bien. Seguro que ves cosas bonitas, seguro que escuchas cosas que te gustan.

Hace falta sólo una cosa: valorar lo que tienes. 

Muchas, muchas gracias por leerme. Cada vez somos más, y os estoy muy agradecida.

Un abrazote y ya sabes, no te olvides: Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar? 😉

Ana   (www.organiccoaching.es)

No todo se explica, no todo tiene respuesta.

Imagen

IMG_1707

A veces nos hacemos preguntas que no tienen respuesta.

Algunas veces, también,nos preguntamos que por qué a nosotros.

Otras,  no entendemos nada, muchas veces, muchísimas. Al menos yo.

A veces, sentimos que no nos lo merecemos, ¿y quién sí se lo merece? ¿el de al lado?

A veces, creemos que no es justo, que para qué, que qué aprendizaje vamos a lograr.

¿Te has parado a pensar cuánto te atormentas con estas cuestiones?

¿Te has parado a pensar cuando maltratas a tu pobre corazón haciéndole que duela?

Porque no sé quién se habrá inventado que el corazón no duele, porque el mío ha gritado del dolor.

¿Te has parado a pensar para qué te haces daño, para qué te preguntas una y otra vez  lo mismo, si la respuesta más inteligente que logras es: «no lo sé»?

El corazón se encoje, las manos tiemblan, no puedes hablar; llorar, llorar y llorar. Déjalo. O bueno, no lo dejes, pero por favor, que no te dure mucho, porque si eso ocurre, te garantizo que te va a costar que tu corazón empiece a esbozar una mínima sonrisa.

Ahora, vuelvo a una pregunta de las que lancé antes:

¿Por qué a mí?

¿Y  por qué no?  ¿Y por qué no?

Estaba pensando en decirte que lo mejor es que no te hagas preguntas que no tienen respuesta, o al menos tú no las sabes, sin embargo, quizás sí que sea bueno que reflexiones. Y yo, y yo también.

Y ahora, escucha esto que te voy a susurrar al oído:

¿En qué momento haces estas reflexiones sobre lo justo y lo injusto? Piénsalo.

Yo creo tener la respuesta, creo: cuando estás mal, ¿verdad?

Me solía pasar bastante a menudo, te lo prometo.

Porque cuando estaba bien, no me preguntaba nada, mi alma sonreía, mi mundo sonreía, todo iba bien. Pero entonces, algo se paralizaba en mi interior, una nube negra comenzaba a acercarse, la veía venir, y entonces, la avalancha de preguntas comenzaban a amontonarse en mi cabeza. Tantas y tantas preguntas que notaba cómo se peleaban por hacerse un hueco en la misma. Sentía sus codazos, sus patadas, su maltrato.

Mi corazón se encogía, yo me encogía, y solo podía llorar.

No busques un para qué a todo, quizás no lo encuentres, quizás haya cosas en la vida que no tienen sentido.

Yo soy de la opinión que a veces la repuesta a ese: «¿para qué?», no es inmediato a veces no lo vemos más que con el tiempo. A veces nunca.

No intentes encontrar tampoco el por qué , te puede ocurrir lo mismo, y el vacío te atrapará. Lo sé.

No te repitas que no es justo constantemente, porque hay miles de cosas que suceden cada día que no lo son. Entiendo perfectamente que seguramente, lo que más te preocupe eres tú, lo entiendo, y más si estás sufriendo. No será justo, seguro, sin embargo, sería mejor si fuera un «ajuste de cuentas»…

¿Te sentirías mejor?

Tampoco le encontrarás la lógica, y esto mira, te lo digo con sumo respeto, no va de matemáticas, la vida, casi nunca es lógica, casi nunca.

Pasa las horas, pasan los días, los meses y los años, y si estás leyendo esto, es porque estás vivo.

¿Verdad que no te estás preguntando, el por qué estás vivo? 

Pd: y sí, esto tiene que ver mucho con el liderazgo, con el coaching, con los valores, y en resumidas cuentas, con llevar la felicidad en el ADN.

Gracias por leerme, sois mi motor para que siga queriendo compartir estas reflexiones con vosotros. Aprovecho para deciros, que la mayoría de la veces, sois vosotros quienes me inspiráis.

Si me necesitas, silba. 😉

Ana. www.organiccoaching.es

 

 

¿Cuánto piensas en el «efecto boomerang del amor»?

Vídeo

Quizás pienses en por qué la gente se preocupa por ti, por qué la gente quiere estar contigo, por qué la gente te dice que les haces más felices, por qué sientes que aportas.

¿Qué le ofreces tú a la vida? 

Es puro Karma, aquello que das, te será devuelto.

Si das amor, amor recibirás. Y si no es así, lo siento de veras, no era la persona adecuada.

Si eres amable, la gente será amable contigo, y si no es así, piensa qué quieres hacer.

¿Qué  parte de responsabilidad hay en ti?

¿Hace cuánto que no revisas tu autoestima? Tal vez esto tenga que ver. 

Si tienes respeto por los demás, los demás te respetarán a ti. Y si eso no sucede, si con alguna persona esto no te ocurre, dime:

¿Cómo lo vas a gestionar?

Si ofreces alegría y felicidad, estoy casi segura de que vas recibir lo  mismo. Haz la prueba, sé simpático/a con alguien que no lo está siendo demasiado. Quizás no haya suerte, no me llames para echarme la bronca, por favor. 😉

La generosidad, llama a la generosidad. El amor llama al amor.

Si abres tu corazón, si confías, la gente confiará en ti.

Si eres sincero, es probable que los otros también lo sean. Si mientes, te pillarán, y la poca o mucha confianza que habían depositado en ti, se esfumará en menos tiempo de lo que puedas imaginar. Creo que es muy difícil volver a recuperarla.

Si eres de los que disfruta con las pequeñas (grandes) cosas de la vida (muchas gratis) hazlo saber, te lo recomiendo, ya que a veces, necesitamos «tan solo» un abrazo, un atardecer, un amanecer, una palabra bonita, un beso, que nos hablen o que nos escuchen, una señal de que importamos.

No soy yo de pedirle a nadie nada con respecto a que hagan o dejen de hacer, sin embargo, en este sentido, sí te invito a que des amor, porque como nos decía El principito:

«dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar».

Lo que quiero decir es que compensa con creces dar, no solo porque es bien cierto que vamos a recibir, sino por el hecho de dar, de lo que somos capaces de sentir cuando damos. Eso creo yo, vamos.

Os mando un abrazote y por supuesto, gracias por vuestro tiempo.

«Si me necesitas, silba». 😉

Ana (www.organiccoaching.es)

 

 

Vivimos en un mundo.

Antes de mi reflexión, os invito a que echéis un vistazo a este enlace que encontré el otro día en Facebook:

Vivimos en un mundo raro, por decir algo.

Donde quien tiene dinero roba, donde quien tiene que callar habla, donde quien tiene que estar agradecido, se suele quejar, y quien podría quejarse, está agradecido con bien poco.

Vivimos en un mundo donde parece que nos hayamos hecho inmunes al dolor, donde somos incapaces de empatizar con los que de verdad sufren, donde casi nunca pensamos que mientras estamos disfrutando, al menos, de estar en casa, hay millones de personas que meten a sus hijos en «flotadores» para encontrar un mundo mejor, un mundo donde al menos, sus vidas, corran menos peligro. Y lo que es mucho peor, cuando están en casa, porque el mundo es de todos, les tratamos como si no estuvieran formados por lo mismo que tú y que yo, un corazón que siente y una cabeza que piensa, entre otras cosas.

Vivimos en un mundo donde importa más el qué que el cómo, el cuánto que el valor en sí mismo, de lo que sea.

Vivimos en un mundo donde pegados a un móvil, nos perdemos el mirar a nuestro alrededor para que ver qué está pasando, con nuestras parejas, amigos, familiares o en general, lo que está pasando, que no es poco.

Vivimos en un mundo donde preferimos comunicarnos por mensajería instantánea antes que mirar a los ojos, antes que escuchar la voz al otro lado del teléfono.

Vivimos en un mundo lleno de ambición, donde tanto tienes, tanto vales. Muchas veces.

Vivimos en un mundo donde no gusta mirar al lado del dolor, porque no vamos a  hacer nada, y quizás, en algún momento, nos sintamos mal por ello, así es que lo más fácil es no mirar y hacer caso omiso.

Al menos, al menos, yo te voy a pedir algunas cosas:

Sé feliz, ama, corre, ríe, sé respetuoso, sé amable, siéntete libre y ofrece la misma libertad que a ti te gusta sentir.

Sé agradecido, llora, siente, emociónate. 

Haz lo que amas, con pasión. Sigue tus sueños.

VIVE, no pases de puntillas por la vida, sólo tienes una. 

Una vez más, muchas gracias por vuestro tiempo y  un abrazote.

Si me necesitas, silba. 😉

Ana (www.organiccoaching.es)