Analogía de la langosta

¿Nos cambiamos el caparazón?

A veces me pregunto qué podemos hacer en una situación de sumo estrés,  cuando sentimos que nuestras costuras están a punto de explotar, como comentaba Mercé Roura hace unos días en un magnífico post.

Bien, esto es algo que yo misma he sentido y que, en ocasiones, veo que sucede a algunas personas con las que colaboro. Como afirma el rabino, es positivo sentir esa incomodidad  porque normalmente, es lo que no va a llevar al cambio, esa sensación de «no aguanto más».

Quizás a veces merezca la pena apartarse un poco, tomar distancia de esta vorágine que nos tiene un poco atrapados y  de la que parece que solo somos conscientes cuando paramos. Irnos debajo de unas rocas, donde nadie nos vea, donde solo nos escuchemos a nosotros mismos y ver qué sentimos, qué nos tenemos que decir, qué queremos hacer.

Quizás también merezca la pena saber bien a dónde nos dirigimos, con quién, cómo, y el archifamoso: PARA QUÉ; y darnos cuenta de si el caparazón nos viene pequeño, si nos está presionando demasiado.

Como decía Coco Chanel: “Menos es más”.

Nuestra identidad no es simple, ni inmutable, va cambiando a través del tiempo por muchos motivos, por nuestras experiencias vitales, por nuestro grado de madurez y por diferentes motivos, así que yo creo es interesante cambiarse de traje, mutar, tomar conciencia y darnos cuenta de cuánto tiempo, si es que nos está sucediendo, llevamos sintiendo esto.

Es positivo parar, saber si nos sentimos cómodos o no, y e ir a la  acción.

Hace poco, alguien relacionado con mi vida laboral me hablaba de esto, del estrés, de su incomodidad, y cuando le pregunté que qué había pensado hacer, me dijo: “Pensar hasta ahora, que he decidido pasar a la acción, por eso te contacté».

Pensar está muy bien, es necesario, pero cuánto tiempo, posiblemente sería buena idea pasar de pensar a la acción.

Recuerda, cuando sientas presión, que quizás sea buena idea irnos para luego volver con una ropa nueva que no nos apriete.

«Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?»: www.organiccoaching.es

Os invito a visitar mi nueva web:

www.organictalent.es

Un abrazo y gracias por vuestro tiempo.

Duele. Duele. Duele. DUELO.

proceso-duelo

DUELE.

Pues claro que duele, todos los duelos, duelen.

Cuando sentimos que hemos puesto toda nuestra ilusión, todo nuestro amor, todo nuestro esfuerzo, todo nuestro alma en una persona, en un trabajo, o en algo que anhelábamos, duele mucho si «eso» se esfuma, si eso se evapora.

Si hablamos del tema de las parejas, me viene a la cabeza lo típico de «una veces se gana y otras se pierde». No me gusta mucho esto para casos así, tan emocionales. Desde mi punto de vista, se pierde, en general, ambas partes pierden.

Sin duda, si alguien me está leyendo (espero que al menos una persona, ;D) podáis pensar que la persona que toma la decisión sufre menos.

Pues bien, parece obvio decir que sí, ¿no? También, desde mi humilde opinión, es relativo, es decir, sí y no.

Quizás sufra menos en el proceso real (a nivel tiempo de la «despedida»), sin embargo, sería bueno preguntar qué estaba pasando antes en su interior, sin juzgar en exceso a nadie ni nada,  porque como decían nuestros padres de pequeños, «eso está feo». 

Los duelos duelen, necesitan su tiempo. Por cierto, suele ser un año, una año porque uno comienza a pensar cosas de este estilo:

«Hoy hace tantos años desde que nos conocimos»

«Hoy haría 7 años de nuestra boda»

«Hoy hace 9 años desde que nos besamos la primera vez»

Y así un largo etcétera de sucesos que posiblemente necesiten un añito para cerrar página. Afortunadamente a veces es menos, como es lógico depende mucho de las situaciones.

Sobre todo para las personas que no han tomado la decisión hay varias etapas, que seguro que os suenan:

1/ Negación: NO, NO Y NO.  Algo así como:

«Ni de coña, esto es un enfado, seguro que se le pasa». O también algo así: «No puede ser, esto no me puede estar pasando a mí, es imposible».

2/ Rabia + tristeza:

Esta es muy dura también, porque de repente, nos transformamos en personas desconocidas, algo así como una mezcla entre Mª Magdalena (la famosa Zarzamora también vale), y la niña del exorcista. Aunque utilice este tono, perdonadme, sé que se pasa horrible, yo misma lo he pasado en algún momento de mi vida, por eso mismo he puesto esos ejemplos, porque yo misma me sentía así. Para eso utilizo el tono «humor», para no sentirme una víctima…

3/ La asimilación:

Por fin se empieza a ver la luz al final del túnel, bendita asimilación. Yo creo que esta es una fase de gran importancia, donde la introspección nos va ayudar mucho a evolucionar, a tomar conciencia sobre qué cosas podemos mejorar en adelante para que nos vaya mejor, para ser más felices e intentar darle un giro de 180 grados a nuestras formas (estereotipadas muchas veces) de llevar una relación.

4/ Aceptación:

 ¡¡¡Menos mal!!! Aquí, justo aquí, es cuando muchas parejas deciden acercarse de nuevo, asomar la patita otra vez en la vida de aquella persona que un día compartió momentos de tanta y tanta felicidad. Lo ideal, para mí, es que (si es posible) en las fases anteriores también se pueda conseguir, dando espacios cuando vemos que la otra persona sufre, que no le hace bien determinada comunicación, alejarnos un poco.

En fin, los duelos, duelen. Se enfadarán con nosotros, casi seguro. O nosotros con la otra parte. Sin sentido, sin un por qué y sin un para qué.

 Yo creo que merece la pena entender, ponerse en la situación de la otra persona, no tener nada en cuenta, EMPATIZAR, pensar en todo el amor que queda, aunque sea a otro nivel, y no decir nada, sólo entender.

Como dice la imagen:

Duele. Duele. Duele. Duelo.

Enfado. Tiempo. Acepto. Sano. Vuelo. VUELVO. (Yo añadiría esto, vuelvo)

Me he centrado en una separación de una pareja, y también ,por supuesto, con los duelos cuando alguien a quien amamos se va, para no volver, digo; con abortos, incluso tratamientos de fertilidad, desilusiones con amigos, etc. En definitiva, algo que nos provoca un terremoto interior y que hace que nuestros cimientos se caigan. 

Os mando un super abrazo (en especial a quien esté pasando por un duelo). Mil gracias por leerme y por dedicarme un ratito, muchas gracias.

«Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?»

Ana      www.organiccoaching.es

 

Si todos nos ayudamos, nadie se cae.

si-todos-nos-ayudamos

 

Me gusta saber que hay personas a las que de verdad les gusta ayudar. Ahora que pienso, yo más que ayudar, ya lo he comentado en alguna ocasión, prefiero el verbo «servir». Tengo extrañas sensaciones con el verbo «ayudar».

En las empresas, en las empresas con sus proveedores, sobre todo, en las empresas con sus con sus empleados, que son los suyos, su familia:

ayudar o servir. 

En tu día a día, a la señora que pide en la puerta del supermercado, a esa otra que se cae o que va cargada de bolsas. Al señor al que una chica joven le habla mal porque no vio un ceda el paso y le golpeó su coche. A ese niño que vemos al que le están insultado. Por supuesto, a la mujer que vemos que sufre maltrato, del tipo que sea. A tu madre o tu hermana, a tu ex, a tu pareja, a tus hijos y a tus amigos, a tus vecinos. A todo el que lo necesite y esté en tu mano.

Ayudar (por no liarme y seguir con el título del post) del corazón, desde el alma y sabiendo que mañana puede ser yo el que reciba esa ayuda, puro karma, o así debería ser.

Por otro lado, hablemos de los límites. El egoísmo sano está muy bien, sin embargo, si sentimos que hay personas que del win win piensan  que ambos son para sí mismos, win para mí y el otro también para mí, quizás sea mejor plantearse que esto es otra cosa. Esto es puro INTERÉS. Está en tu mano seguir o no ayudando, eso sí, recuerda:

«No expectativas no desilusiones».

A todos los líderes que conozco (dentro de las organizaciones y fuera) les encanta ayudar, es algo intrínseco, es un denominador común de todos.

Si todos los que lo necesitamos nos unimos de verdad, desde el amor, desde el respeto, desde la humildad, desde la empatía, y vamos construyendo, como la imagen, un mundo mejor, donde nadie se quede en el abismo, a punto de caer al vacío…ahora lo estoy pensando y quizás esté soñando, lo sé, sin embargo, eso sería lo que de verdad me gustaría.

Tengo dos grandes amigas que ambas son activistas de Médicos sin fronteras. Las admiro y las respeto con todo mi ser, y las quiero con todo mi corazón. Una de ellas trabaja muy lejos de su casa para ayudar o servir, lo que más te guste, a personas que lo necesitan. Muchas veces se ha jugado la vida por ello. Tanto que aprender. Algún día, yo también me iré, lo sé. Gracias Anne y Carmen, sobre todo, por vuestra actitud ante la vida. OS QUIERO.

GRACIAS MIL a todas las personas que me habéis ayudado en algún momento de vuestra vida, a los que me ayudáis ahora y a los que me ayudaréis en el futuro. Gracias a vosotros, yo soy yo. Os quiero un montón.


Muchas gracias por leerme, os mando un fuerte abrazo. 

«Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?»

Ana       www.organiccoaching.es 

 

 

 

 

Ninguno quiso mojarse y acabaron muriendo de sed.

morirse-de-sed

 

Vivimos en un contexto histórico donde, al menos a mí, me parece interesante que hagamos una reflexión. A ver…¿Qué quieres? Yo misma: ¿Qué quiero?

Curioso. Queremos no tener pareja, que no es lo mismo que estar solos, ¿o sí? Queremos tener pareja, y la verdad, a veces no comprendo muy bien para qué, para estar haciendo «soffing» cada uno con su iPhone dale que te pego a las redes sociales…

Queremos dormir con alguien, pero ¿Para qué? ¿Para no sentirnos solos, para sentir que alguien nos quiere, para sentir que le importamos a alguien? ¿Pura costumbre?

Me viene a la cabeza una canción de Sabina, que decía algo como de un gato sin dueño que va por los tejados, o también me suena algo así como «no miento si juro que daría por ti la vida entera, y sin embargo, un rato cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera».

¿Qué nos está pasando? No sé, parece que hoy en día decir que se quiere una relación un poco más profunda, de alma a alma, de piel con piel, no está de moda, es como que «eres una antigua». Ni siquiera el término «folloamiga», o como se diga, es como… «uffffff, eso es mucho».

Pero, pero, luego llega un domingo lluvioso, o llegan las vacaciones, o un día cualquiera de una semana cualquiera, y oye, como que echas de menos un poco de amor, de amor del bueno. Ya no hablo de acostarte con alguien, sino de acostarte y levantarte. Pero oye, que no, que esto no es así.

Queremos unos curros increíbles, que nos llenen, hablar idiomas, «triunfar», salir ideales en las fotos de las redes sociales, tener muchos seguidores, y no sé, esto me lo pregunto mucho últimamente: ¿Para qué? ¿Qué te/me aporta tener veinte mil «me gusta» en una foto de Facebook? De toda esa gente, ¿a quién crees que le importas de verdad? ¿Será una  cuestión un poco de ego? ¿Sería mejor invertir ese tiempo en llamar por teléfono y decir: «Te veo genial (o fatal), dime, ¿cómo estás? Pero no, esto quizás ate mucho, es mejor mantener un poco la distancia de precaución, y pasar solo si hay un paso de cebra, y si el semáforo está en verde. Pero, ¿sabemos cuándo el semáforo está en verde?

Vamos a inventar una palabra, aunque quizás exista y yo la desconozca:

amorfobia.

Ayer lo hablaba con un amigo, me decía que llevaba dos años sin estar con nadie, y que sentía que él mismo se estaba bloqueando, y puede ser, claro que pude ser. No queremos un polvo rápido pero tampoco una relación. No quiero desnudarme ante ti, porque me da vergüenza que veas cuán vulnerable soy, y por supuesto, aunque me gustes, no te lo haré saber, porque  total, no tengo ni idea de lo que quieres. No tengo mucho tiempo, así que el que tengo quiero que sea muy especial, pero claro, a la primera de cambio cojo la puerta y me largo, y así, es difícil que surja algo bonito. Ah, bueno, pero realmente yo quiero algo bonito o yo qué quiero.

¡Ya lo tengo!: quiero tener pareja cuando me dé la gana, como me dé la gana, con quién me dé la gana, donde me dé la gana, el tiempo que me dé la gana, y todo como me dé la gana, porque las normas, las pongo yo… Así  nos va.

Esto último no va conmigo, la verdad, y sin embargo, no me queda otra, lo respeto, es que no hay más opción. Me pregunto ahora mismo, justo ahora, cómo han cambiado tanto nuestros valores, cómo se antepone el éxito profesional al personal, cómo se puede preferir el dormir solo a dormir con alguien (no cualquiera, como decía Sabina).

Es curioso que nos parezca un acto de una intimidad absoluta dormir con alguien, y sin embargo, desnudarnos y tener sexo con alguien sea como el que comparte una mirada furtiva en plena calle. Como decía otra canción: «ay, cómo hemos cambiado…»

En definitiva, y una vez más, estaría más que bien, según mi opinión, que nos preguntáramos qué estamos haciendo con nuestras vidas, si estamos dejando que se nos escapen trenes que quizás nos podrían llevar a sitios bonitos, o al menos, con un trayecto chulo, que nos haga saltar de felicidad. Puede ser que nos queramos bajar a las pocas paradas, pero…¿Y qué? Son oportunidades. Hace unos días lo hablaba con mi hermana por algo que le habían dicho de los tres que pasan, y bueno, yo creo que el tren sigue pasando, lo cojas tú o no, no se para, lo que depende de uno es si ese tren nos llevará a nosotros o si por el contrario, decimos quedarnos en tierra, y en ese caso, subirán otras personas.

Acuérdate de que sólo tienes una vida, y una vez leí que un día sin sonreír es un día perdido, y con el amor, pasa algo parecido: si tienes la posibilidad de amar y de que te amen, hazlo. Quizás dentro de unos años se ponga de moda amar y no sé, te acuerdes de esa persona…

Ojo, también entiendo que tal y como está el percal, algunos prefieran aquello de «Virgencita, virgencita que me quede como estoy». Normal…

Perdonad si veis alguna falta de ortografía, no voy a repasar el post porque si no, quizás no lo publique, así que, esta es mi reflexión más personal sobre el amor, las parejas, las pseudo parejas, las neo parejas, y todo eso, 😉

Mil gracias por leerme, y por cierto, ¿Qué tiene que ver esto con mi trabajo? MUCHO. Hablo, como es evidente, de amor, de respeto, de empatía, de ser uno mismo, de liderazgo, de autenticidad, de reflexión, compartir, sinceridad, cambio de paradigma, etc.

Gracias a Coco Animaux (Instagram) por esta imagen que ya publiqué en mis redes sociales hace un tiempo, me encanta.  Gracias a Inés Lee por la publicación hoy la misma red social porque me ha invitado a reflexionar (de nuevo) sobre este tema.

Un abrazote, y si no vuelvo por aquí: Feliz año 2017.

Ana http://www.organiccoaching.es

 

 

De la pena no se come.

compasion

Reflexión dominical:

iba yo por Madrid, paseando con mi perra, para no variar. Una señora, muy maja ella, la verdad, se me acerca y me dice que no la riña. Yo le digo que a ver, la riño porque cuando ve otros perros sale pitando, y aunque mi barrio no sea la M30, pues algún coche pasa…

Una cosa lleva a la otra, y me cuenta, que hay una chica, de unos 40 años (ella dijo «Señora», pero yo lo he cambiado porque tengo 43) estaba el otro día en la Iglesia de San Nicolás, ni idea, la verdad. Pues la mujer, cuando cerraron la Iglesia, se quería quedar dentro. Vamos, era una mujer que vive en la calle. No quería salir a su mundo real. 😦

Luego, me contaba ella, entró a una cafetería de «mucho nivel» y también la vio, dice que con la misma bolsa llena de trastos (quizás ropa de abrigo, o una manta, no lo sé), y me decía ella, la señora, que le dio mucha, mucha pena…me lo repetía todo el rato. Mucha, mucha pena.

«Ok», le dije yo. Y luego añadí, con la mejor de mis sonrisas: «¿Y qué más?

«¿Cómo?». Me dijo ella.

«Sí, que si además de sentir pena… ¿hizo algo más? no sé, le preguntó que en qué la podía ayudar, ¿le habló?, no sé… ¿hizo algo?

El día antes había sido el día de los derechos humanos, y una vez más…manda huevos que tenga que haber un día de los derechos humanos, un día para que respetemos a los gays y demás personas que viven de manera distinta a los «normal»,  otro para los niños con parálisis, otro para que nos acordemos de los enfermos de cáncer o SIDA,  y largo etcétera…A ver, que yo me uno a estos días, pero que me quedo con esa sensación de…

¿En serio, y por qué no nos acordamos de todos los que sufren todo los días?

La pena no da de comer, ni abriga, ni el cuerpo ni el alma. Tampoco con la pena se compran medicinas, ni protegen  de cualquier peligro de los que hay cuando se vive en la calle.

Mientras buscaba imágenes, confieso, no podía evitar llorar, mucha pena, mucha, pero…¿Qué estamos haciendo por los demás? ¿Qué somos capaces de quitarnos para dárselo a otra persona?

Pido disculpas si ofendo a alguien, es una reflexión, y por supuesto, si se me saltan las lágrimas , entended que es porque yo misma, yo creo que podría hacer más. Hago algunas cosas, que los más cercanos saben, sin embargo, puedo hacer más.

Sentir pena, está muy bien, pero no basta, ni mucho menos. Y ahora va la pregunta del millón:

¿Qué te gustaría que hicieran por ti si vivieras en una situación límite? 

PUES HAZLO. SIN MÁS, HAZLO.

Esto, queridos, tiene mucho que ver con coaching, mucho que ver, hablamos de empatía, de respeto, de humildad, de amor, de compasión.

Hablo de mirar por los demás, de tratar al resto pensado que en ese lado podríamos estar nosotros, y mirar siempre al otro estando nuestras cabezas (como mucho) a la misma altura, y si es un poco por debajo, pues estaría muy bien, vamos, humildad.

Esto tienen que ver mucho con headhuntig también, hablo de cercanía, de personas con alma, de gente con corazón, de seres humanos capaces de mirar a los ojos al sufrimiento. Este tipo de personas, son las que a mí me interesan, en mi vida, personal y laboral, que casi viene siendo lo mismo, al menos yo pongo pocas diferencias.

Un buen líder ama a los demás, se preocupa de corazón por los demás, les pregunta si están bien, en qué les pueden ayudar. Un líder ha de ser una buena persona antes. 

Recuerda: «Si me necesitas, silba».

  • Os recomiendo, hablando del granito de arena que podemos aportar cada uno para un mundo mejor: Cambia para cambiar el mundo. Un libro recién salido del horno de Héctor Trinidad, colega de profesión, runner y gran apasionado por la vida y los que laconoonemos:

https://www.facebook.com/cambiaparacambiarelmundo/
https://www.facebook.com/H%C3%A9ctor-Trinidad-862626660540243/
https://twitter.com/CambiaElMundo3

Para finalizar, os recomiendo de corazón que echéis un vistazo a Héctor Trinidad y a su recién estrenado «hijo». Hablando de cambios y de mundo, su libro se llama «Cambia para cambiar el mundo»

Gracias por leerme, muchas gracias, y os mando un fuerte abrazo.

Ana http://www.organiccoaching.es

 

Mírame a los ojos.

Imagen

 

A veces me preguntan que cómo he llegado dónde estoy, refiriéndose a mi estado de mental.Sobre todo personas que conocen bien mi historia. Y yo contesto (al puro estilo coaching):

«Y para ti, ¿dónde estoy?».

Me contestan de todo, pero sobre todo, se refieren al estado de «rutinariamente feliz» en el que pasan mis días, en el que fluyo conmigo misma, con mi vida.

Pues bien, la respuesta es variada.

Por una lado diría que llorando, sufriendo a tope, cayéndome y haciéndome mucho daño, rasgando mi alma, haciéndome heridas que se convierten en cicatrices que luego miro y valoro.

Equivocándome. Asumiendo. Responsabilizándome. Quitándome el rol de víctima. Relativizando. Activándome. Haciendo cosas. Esforzándome. Frustrándome. Valorándome (sin  pasarme). Equivocándome. Aprendiendo. Atreviéndome.

Cuando algunas personas, que me conocen bien desde hace muchos años, me dicen que menudo cambio, yo siempre contesto lo mismo:

 «No ha sido gratuito, no ha caído del cielo. He pagado mis facturas».

Siento, y lo digo con la más absoluta sinceridad y humildad, que le debo mucho a la vida, a mis amigos, a  mi familia, a Javi, y a todas las personas que  han confiado en mí. Me refiero tanto a personas con las que he trabajado, como con las que he colaborado, me refiero a esos grandes profesionales de los que aprendo y de los que me siento superorgullosa. También hablo de la cajera del súper, y de aquel rumano que se pudo volver a su país con su familia (vivía en la calle).

Pero todo esto, no habría sido posible sin el coaching. Para mí, el punto de inflexión que me hizo dar un giro de 180 grados, fue el coaching. Lloré como una niña pequeña al ver qué cosas más feas había dentro de mí, producto de tantas y tantas cosas por las que sufrí, y que no viene hoy al caso.

Me quité el cartel luminoso de:

«Soy una infeliz». «Todo me pasa a mí». «Qué mala suerte tengo». «Mi vida siempre será una mierda»;

y los sustituí por este:

«Asumo que gran parte de lo que me ha pasado es mi responsabilidad». «Hay cosas que ya es complejo que puedan darse, lo asumo». «Mi vida puede ser maravillosa si hago cosas». «No soy víctima de la mala suerte, yo soy  responsable de mis actos».

Esto, que a priori puede sonar sencillo, para mí fue un duro proceso. Como he comentado, había partes de mí que quería cambiar a toda costa. Sabía que me alejaban de algunas personas. Sabía que me alejaban de mí. Sabía que me alejaban de la felicidad, y más que de la felicidad, de la paz interior.

¿Os acordáis de Caótica Ana? Una película del año 2007 de Julio Medem. Pues yo me sentía así. Caos.

Ahora, y sin ningún ánimo de ir de algo que no soy, me siento feliz conmigo misma, me he perdonado, he pedido perdón y también he perdonado.

Ya no me siento culpable, sino responsable.

Ya no me siento víctima, sino responsable también.

Desde el momento que decidimos qué queremos hacer, cómo queremos ser, tomamos conciencia, nos damos cuenta, y hacemos que las cosas ocurran sin que se den por ciencia infusa, empiezan a pasarnos eso que en principio creemos que es magia. Se llama esfuerzo.

No esperes que nadie te diga cómo tienes que ser, hacia dónde has de dirigirte, cómo vas a encontrar tu felicidad (nadie mejor que tú lo sabe).

No te creas nada de lo que te digan en charlas o conferencias, incluso mías, sobre todo  las mías. Lo que a mí me vale, quizás a ti no, o sólo en un porcentaje. Al que está a tu lado, no sé, habría que preguntarle. De lo que escuches, quédate solo con lo que tu corazón se sienta cómodo.

Coge todo con pinzas, cuestiónate, mira hacia tu interior, llora, haz limpieza general (a tu modo, con tus tiempos, respetando cada emoción que vaya aflorando.

Mi opinión (tampoco tienes por qué creértela) es que para ser feliz es necesario este proceso de introspección, que te conducirá (si tienes valor) al autoconomiento.

Como dice la imagen:

«Conviértete en lo que sabes que eres».

Muchísimas gracias por leerme, por estar en mi vida. Gracias a toda la gente que me acompaña en el camino. Gracias a esas personas maravillosas que he conocido gracias a este blog y a otras RRSS, aprendo un montón de todos y cada uno de vosotros.

Recuerda: «Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?».

Ana www.organiccoaching.es

 

 

 

Firmado: El condicionado.

No estaba buscando nada en concreto y, sin embargo, me he encontrado con este vídeo que he querido compartir con vosotros.

Hace poco alguien muy cercano me comentó que había pagado, junto con su ex, un viaje de vuelta a un inmigrante que vivía en la calle.

¿Qué significa esto? A mi amiga le parece que nada, para ella no tiene mucho significado en cuanto a que su vida ha continuado siendo la misma, igual algo más apretada ese mes, nada más. Bueno, parece ser que también ha cambiado su perspectiva respecto a algunas cosas.

Hace pocos días ella me contaba que cuando le contestó a un amigo: «bueno, no tiene tanta importancia», después de que éste le dijera que tiene buen corazón y que dice mucho de ella, él le contestó: «quizás para ti no tanta, pero a ese hombre le has cambiado la vida».

En realidad, en este caso, además de palabras de afecto y de sonrisas, para ser sincera, un aporte económico venía bien, porque este hombre y su mujer vivían en la calle. Daba igual que hiciera frío, fue este invierno, que lloviera o tronara, daba igual. Hacían una comida al día.

En fin…

Lo que quiero intentar decir compartiendo este vídeo y esta historia es que, a veces, no queremos asomarnos a ver qué hay ahí fuera, fuera de nuestro mundo, porque desde luego que es jodido. Y…¿sabéis lo que pienso? (perdón si ofendo a alguien), que no nos gusta asomarnos porque vemos la cruda realidad que viven muchas personas, y porque nos sentimos mezquinos (quien tenga un mínimo de sensibilidad y de conciencia social) por no hacer más de lo que sabemos que podemos hacer.

Tal vez pensemos:

¿Qué puedo hacer, tampoco le voy a cambiar la vida?:

Y tú…¿Cómo lo sabes? ¿Le has preguntado? 

Ojalá haya muchas personas de las que me leéis que estéis pensado que soy una imbécil y una osada, porque sí que hacéis algo por los demás. Ojalá, me quedo con lo de imbécil encantada de la vida.

En otras ocasiones, una sonrisa puede cambiar mucho un estado mental, a lo mejor es sólo un momento, sin embargo, si esa sonrisa se repite, el nivel de autoestima puede ascender notablemente.

Si además nos tomamos un momento para interesarnos por cómo se siente esa persona, qué le ha llevado hasta allí (ojo con esta pregunta), un breve contacto físico, llevar algo de comida, no sé, en definitiva: lo que nos gustaría que hicieran con nosotros.

¿Te lo imaginas? ¿Eres capaz de empatizar? Sería muy bueno, yo la primera, siempre tengo la sensación de que no hago nada, o casi nada. 

Tenéis el vídeo, un ejemplo genial que nos muestra cómo por el amor de la chica (el amor en su interior) se logran tantas cosas… puede ir a vivir con su familia, que le adoran, donde no le falta de nada, sobre todo eso, amor. Y cómo no, ese maravilloso libro de poemas que tengo que indagar para comprarlo.

Luego tenemos el caso de mi amiga. Por preguntar, sólo por preguntar: ¿dónde vives? Cuando le dijo que en la calle, según me cuenta, le sonrió, y cuando llegó a su casa estuvo llorando durante un buen rato pensando en cómo podía ser que hubiera personas que no tuvieran lo básico, un techo, comida y agua. AMOR.

No pretendo fastidiaros el día, ni mucho menos, sólo pretendo que todos entendamos que un poquito de aquí y otro de allí, pueden cambiar el mundo. Un poquito tuyo, otro mío, y así…

Desde luego que si pensamos que no podemos hacer nada y no hacemos nada, ya sabéis lo que va a ocurrir: NADA.

Hablo de amor, de paz, de empatía, de solidaridad, de preocuparnos y ocuparnos, de comunicación, de respeto, de cariño, de humildad, de valentía y de tantas y tantas cosas que no terminaría nunca. Y esto, amigos míos, tiene que ver, y mucho, con el liderazgo, el de la calle, el de ir por casa, el de nuestra vida, y el que yo creo que tiene que haber en las grandes compañías, en los directivos y no tan directivos. En todos y en cada uno de nosotros, independientemente de a qué nos dediquemos. 

Me despido hoy con cierta tristeza, que se pasa enseguida.

Gracias, gracias y más gracias por estar ahí, por leerme, por vuestros comentarios públicos y/o privados.

«Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?»

Un abrazote,

Ana    www.organiccoaching.es

El caballero que ahorraba para un Ferrari.

ferrari

El otro día iba caminando por las calles de  Madrid. Corriendo, como muchas veces. Mucha gente pidiendo dinero, demasiada. Siento dolor por no poder ayudar a todos, por tener que hacer una «selección de personal» (más).

Algo me llamó la atención a pesar de ir caminando muy deprisa. Enfrente de un grupo de africanos vendiendo gafas había un hombre pidiendo dinero. Yo, que me gusta mucho observar, a veces creo que demasiado, me suelo fijar en lo que ponen estas personas en sus «presentaciones». Todas me dan pena, sin excepción. Siento compasión.

Iba cargada con mi perra, una maleta, unas botellas de vino, etc. Sin embargo, una sonrisa sustituyó a esa «vergüenza» que siento cuando paso por delante de los que no tienen nada. Algo había llamado me había tocado el alma,  y me había hecho sonreír sin que tuviera plena conciencia de ello. No había presentación en el cartel de este señor, no tenía hijos o no lo decía, o quizás no lo sabía. Nada. Sólo ponía esto:

«Para un Ferrari». 

Me acerqué y le di el dinero que tenía suelto, y le dije: «Disculpa, sé que con esto no te da ni para 1cm del volante», y le sonreí. Él me dijo:

«Todo el mundo se merece un Ferrari».

Le sonreí con esa sonrisa que se me pone de oreja a oreja, y le dije:

Todo el mundo se merece lo que sueña, y si tú sueñas con un Ferrari, pues…¿Por qué no? 

Si sueñas con algo, sea lo que sea, hazlo, no tengas miedo, y si tienes miedo, como decía en un post anterior, hazlo con miedo. Ve a por ello. Soñar es algo que nadie nos puede arrebatar, si nosotros no damos permiso, claro.

No te estoy diciendo que todo lo que sueñas lo puedas lograr, sin embargo, si de verdad es tu sueño, lo sabrás porque te vas a dejar la piel cada día de tu vida para alcanzarlo, y porque sea quien sea quien te diga que no puedes lograrlo, lo vas a obviar y vas a seguir luchando por él.

Este señor logró hacerme reír ante una situación bastante dura, y una vez más, me doy cuenta de que unos de mis valores básicos es el sentido del humor. Como a este hombre, creo, que el sentido del humor me ha dado fuerzas en diferentes ocasiones donde lo que en el fondo de tenía ganas de hacer,era correr, y correr y correr. No importaba dónde, sólo correr.

El humor nos acerca a las personas, es una forma maravillosa de crear sintonía en nuestras relaciones, tanto laborales, personales, con el chico del súper o la señora que le da premios a mi perra cada día. 

Soy de la opinión de que el humor, el amor y el respeto, acercan almas. No sé vivir sin pasión. Y otra vez me viene a la mente el Caballero que ahorraba para un Ferrari.

Esto tiene mucho que ver con mi trabajo, con la búsqueda de la pasión, por lo que sea que a ti te guste.Tiene muchísimo que ver con el famoso liderazgo, porque tiene que ver con la motivación, con el humor, con el ver el vaso siempre (o casi) lleno, aunque haya una dosis de aire, el aire ya es mucho, todos lo necesitamos para vivir, acuérdate.

Gracias, millones de gracias por leerme. Os mando un abrazote, 😉

Ya sabes, «si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?»

Ana   www.organiccoaching.es

Viniste a ser feliz, no te distraigas.

Viniste a ser feliz, quizás no lo sepas, o ya no te cuerdes, o puede ser que tu vida sumamente frenética te «impida» pensar en ello.

¿Qué es lo que realmente te hace feliz?

Bueno, la primera pregunta es: ¿Eres realmente feliz? (O sólo sonríes).

A veces me pregunto estas cosas, cuántas personas serán verdaderamente felices, entre ellas tú. Me pregunto si cada uno está donde quiere estar, viviendo su vida o la vida de otra u otras personas.

Me pregunto si vives donde quieres vivir, con quién quieres vivir, si te levantas con ilusión o ilusiones cada día de tu vida.

Si hay una cosa que es irrevocable es que tanto tú y yo, todos, vamos a quedar fuera del juego de la vida, no sabemos cuándo, un día…

Puede ser que estés pensando que tu vida es inamovible, y puede ser que te estés inventando un montón de excusas para no salir de esto que está tan de moda, es decir, tu zona de confort.

Cada persona es (por supuesto) capaz de vivir su vida como mejor le parezca, y yo no lo juzgo, lo que sucede es que a veces me da pena, porque pienso a la velocidad que pasan los días, los meses y los años, y nadie nos los va a devolver.

Ya lo comenté en otro post, cuando estemos muriendo, si hemos pasado equis años en un lugar donde no éramos del todo feliz (sobre todo pudiendo haber elegido) creo que nos sentiremos regular por no haber aprovechado un poco más este regalo que es la vida.

Me suelen llamar valiente, y la verdad es que me llama mucho la atención, y pregunto que por qué. Las respuestas son de lo más variadas y curiosas, al menos para mí. Yo no me considero valiente, lo que creo es que quedarse en  un punto donde uno no es del todo feliz…no sé, eso sí es de ser valientes, porque (desde mi punto de vista) es regalar parte de nosotros, y yo prefiero otros caminos.

¿Parece fácil? porque si lo parece, no lo es. Esto no se trata de pensar y hacer, sin más, lleva un tiempo de reflexión, y sin duda, cuando uno decide cambiar algún aspecto de su vida, deja cosas en el camino, obvio. Es doloroso, bastante a veces, sin embargo, yo no lo entiendo de otra manera.

Hay veces que tenemos suerte y esos cambios se producen sin duelo, porque realmente lo que estamos dejando sabemos que no merece la pena, lo duro es cuando dejamos cosas (sobre todo personas), o ciudades, amigos, trabajos, lo que sea, que nos han ayudado a evolucionar, con los que hemos crecido. Esto es un poco putada, la verdad.

La vida son elecciones, decisiones que tenemos que ir tomando.

Recuerda sólo esto: has nacido para ser feliz. ¿Por qué? Pues porque solo tienes una vida.

Como dice la imagen, no te distraigas, no pierdas tu foco, ten claro qué te hace vibrar, qué te hace sentir la ilusión de un niño, porque a veces, está más que bien subirse a un avión que no sabemos a ciencia cierta donde nos va a llevar. En realidad, esto es lo que tienen las decisiones, ahí está la complejidad de las mismas, que no sabemos con certeza si será o no.

En cualquier caso, lo dicho, sé feliz y no te distraigas, cada día que pasa no va a volver. Menuda noticia, ¿no? Lo digo porque a veces parece que se nos olvide, a mí también. 😉

Pd: pido disculpas de corazón por si alguna persona que me está leyendo está pasando un momento delicado donde su felicidad no depende de una elección propia.

«Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?».

Un abrazote, gracias por leerme.

Ana www.organiccoaching.es

 

 

«hazlo, y si te da miedo, hazlo con miedo»

Resultado de imagen de hazlo y si te da miedo hazlo con miedoMe llama la atención cuando un montón de personas, por ejemplo este fin de semana, me dicen que qué valiente soy por determinadas decisiones que he ido tomando a lo largo de mi vida. 

¿Valiente? Yo no lo veo, si me dan miedo las decisiones, un montón algunas de ellas. Pero en fin, voy a intentar diseccionar un poco este tema…

Vamos a ver, ¿valiente por qué? ¿Por tomar decisiones? Miles de personas lo hacen, yo creo. Para mí, ya lo he dicho en alguna ocasión, lo valiente, lo osado, es olvidarnos de que cada decisión, cada oportunidad que nos ofrece la vida y que supone que «tengamos» que tomar, es una manera de madurar, de crecer, de evolucionar, de darnos una oportunidad para ser felices, o más felices. 

Cada decisión lleva (si no todas, la mayoría) un tirarse al vacío, un riesgo, porque no saber predecir el futuro, yo por lo menos, lleva implícito dicho riesgo. Ahí comienzan nuestras dudas y nuestros dos yoes comienzan su lucha y nos mandan a gritos diferentes consejos: 

«Nooo, no lo hagas, estás bien como estás, déjalo». «Ni se te ocurra, estás loca»

«Hazlo, hazlo, es normal que tengas miedo. Sólo se vive una vez, arriésgate, vívelo, es una oportunidad que cuando pase un tiempo seguro que te alegras de haberla tomado». 

Yo hago muchas, muchísimas cosas con miedo. Tomo un montón de decisiones en las que me pregunto si en algún momento me podré arrepentir. Yo creo que la pregunta clave es algo así: 

«¿Eres feliz?» Si la respuesta es «no»…

¿A qué esperas para serlo, a tener 80 años? 

«Sí, soy feliz». A lo que yo diría: ¿Quieres ser más feliz? Hazlo.

Es lo que está tan super de moda de salir de la zona de confort (me cansa un poco, pero bueno), e irnos a la zona de aprendizaje, donde es seguro que nos van a pasar más cosas. 

Oye, que no pasa nada si tú decides quedarte ahí tan a gustito en tu guarida, yo lo respeto, me parece que cada uno vive su vida como, donde y con quien quiere. Desde luego yo lo siento y lo vivo de otra manera, pienso diferente. 

Yo, con mis conversaciones internas, que no son pocas, me digo: ¿Ana, eres feliz? ¿Hay algo que quieres hacer para ser más feliz? Le doy vueltas, a veces más y a veces menos, y lo suelo hacer. 

No es lo mismo hacer puenting que dejar un trabajo donde uno lleva mil años, o una relación, o cambiar de cuidad y «dejar» a familia, amigos, mar,  olores, sensaciones e irse a otra ciudad. Lo del puenting lo tengo que valorar, veremos, ;). 

Lo que intento decir es que la vida, está llena de decisiones, unas más triviales y otras implican gran responsabilidad, a veces se tienen que tomar con más prisa (puenting) y otras requieren más tiempo. 

En cualquier caso, y ahora super en serio, yo tengo miedo muchas veces, la gran mayoría de decisiones, sobre todo si las mismas implicas cualquier tipo de impacto  a otras personas. Cada vez que cambio de ciudad me pregunto si estaré bien, y la verdad, en casi todos los sitios he estado bien. Adaptarse cuesta un poco, o mucho, pero merece la pena.

Siento que me subo a una escalera, mi escalera, hay una puerta, en en ella una mirilla, donde veo el abanico de posibilidades que me puedo encontrar, y son miles, las que la imaginación de cada uno quiera o pueda crear. Esta feo que yo lo diga, soy experta en imaginar, en elucubrar…Sí, y no lo digo en plan prepotente, porque en ocasiones, eso que veo es posible que pase, sin embargo, es tan, tan sumamente improbable, que…en fin…desde mi mirilla, a la que accedo cuando me subo a la escalera, se ven muchas cosas. Unas me encantan, cierto (si no las viera, es evidente que no tomaría las decisiones, tampoco soy tan tonta) y otras, ya digo, pues no son tan «divertidas».

Yo soy de la opinión de que es mejor arrepentirse de cosas que se han hecho (con miedo o sin él) que de arrepentirse de algo que nunca se hizo. Al menos se habrá intentado, digo yo. Topicazo al canto. 

De hecho, ahora que pienso, en mi firma en los correos, tengo puesto esto: 

«Haz lo que quieres hacer antes de que se convierta en lo que te gustaría haber hecho». 

Pues eso. 

Gracias por vuestro tiempo, un abrazote. Espero que hayáis disfrutado mucho del verano. 

«Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?»

Ana    (www.organiccoaching.es)