Vivimos en un mundo.

Antes de mi reflexión, os invito a que echéis un vistazo a este enlace que encontré el otro día en Facebook:

Vivimos en un mundo raro, por decir algo.

Donde quien tiene dinero roba, donde quien tiene que callar habla, donde quien tiene que estar agradecido, se suele quejar, y quien podría quejarse, está agradecido con bien poco.

Vivimos en un mundo donde parece que nos hayamos hecho inmunes al dolor, donde somos incapaces de empatizar con los que de verdad sufren, donde casi nunca pensamos que mientras estamos disfrutando, al menos, de estar en casa, hay millones de personas que meten a sus hijos en «flotadores» para encontrar un mundo mejor, un mundo donde al menos, sus vidas, corran menos peligro. Y lo que es mucho peor, cuando están en casa, porque el mundo es de todos, les tratamos como si no estuvieran formados por lo mismo que tú y que yo, un corazón que siente y una cabeza que piensa, entre otras cosas.

Vivimos en un mundo donde importa más el qué que el cómo, el cuánto que el valor en sí mismo, de lo que sea.

Vivimos en un mundo donde pegados a un móvil, nos perdemos el mirar a nuestro alrededor para que ver qué está pasando, con nuestras parejas, amigos, familiares o en general, lo que está pasando, que no es poco.

Vivimos en un mundo donde preferimos comunicarnos por mensajería instantánea antes que mirar a los ojos, antes que escuchar la voz al otro lado del teléfono.

Vivimos en un mundo lleno de ambición, donde tanto tienes, tanto vales. Muchas veces.

Vivimos en un mundo donde no gusta mirar al lado del dolor, porque no vamos a  hacer nada, y quizás, en algún momento, nos sintamos mal por ello, así es que lo más fácil es no mirar y hacer caso omiso.

Al menos, al menos, yo te voy a pedir algunas cosas:

Sé feliz, ama, corre, ríe, sé respetuoso, sé amable, siéntete libre y ofrece la misma libertad que a ti te gusta sentir.

Sé agradecido, llora, siente, emociónate. 

Haz lo que amas, con pasión. Sigue tus sueños.

VIVE, no pases de puntillas por la vida, sólo tienes una. 

Una vez más, muchas gracias por vuestro tiempo y  un abrazote.

Si me necesitas, silba. 😉

Ana (www.organiccoaching.es)

 

 

 

 

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París

 

parís

Se me agolpan las ideas, las ideas y las dudas.

Soy de ver poco la televisión, por no decir muy poco, o casi nada, ya que parece que vaya de esnob por la vida, no es así…no me gusta, sencillamente.

Desde los atentados del viernes en París, la tristeza ha empezado a aporderase de mí a pasos agigantados, incluso ayer, yendo en el metro, no pude, o quizá no quise, evitar las lágrimas.

Hay un montón de pensamientos que no paran de acecharme, me pregunto yo el famoso «¿para qué tienen que ocurrir estas cosas?».

Hoy, estoy pensado en ser un poco egoísta y no encender casi  la televisión, e informarme sólo en los telediarios de mediodía, porque cada muerte, suma, suma dolor.

Al igual que sucedió  con el atentado a Charlie Hebdo, mis neuroas se pelean en una lucha cuerpo a cuerpo, bien sufrida, dudando sobre ciertos aspectos.

Hoy, y después de un pensamiento mío (que tuve el mismo viernes y que he podido ver que tiene más gente) me he encontrado con comentarios de amigos, buena gente, que hacen alusión a la hipocresía del sufrimiento, a si hay personas de primera y personas de segunda. Ésto, me ha hecho pensar, porque ya os digo que pasó fugazmente el viernes por mi cabeza.

No, por supuesto que no hay humanos de primera y de segunda, obvio que no, y quiero creer que quien llora y/o sufre por los atentados de nuestro país HERMANO, que no vecino, piensan como yo. Todos, todos somos iguales. Lo que ocurre, tal y como comentaba yo esta mañana a una persona, es que, según dicen diferentes estudios, grandes psicólogos, gente lista (no yo, ;)) el nivel de empatía que podemos sentir ante un suceso u otro, depende de muchas variables…. es de cajón.

No es lo mismo que fallezca un ser muy cercano, que otro menos cercano, no es lo mismo para nosotros, lógicamente. La cultura, la cercanía física, geográfica, une…

Eso no quiere decir que no sintamos otras guerras que no paran, que llevan años, no, no quiere decir eso.

Pongamos un ejemplo: cuando ocurrió el terremoto de Lorca, todos los murcianos lloraban, evidentemente, más que el resto de España, y si hablamos del extranjero, pues mucho más, yo creo. Esto es lo mismo, nos sentimos más cerca de París que de Israel o de Pakistán…Ojo, en serio que yo misma me he sentido un poco mal al llorar más por unas muertes que otras, sin embargo, ya he dado con el motivo, y el peso de mi espalda es  menor. También reconozco que las imágenes de las guerras en otros lugares del mundo, me hacen llorar. La diferencia estriba en que ahora, la televisión no para, al menos ayer, de informar sobre el tema de París. Si hicieran lo mismo con Siria, lloraría igual, yo creo.

Otra cosa que me entristece es que ayer,  un íntimo amigo francés, cuyos amigos, la mayoría viven en París, me decía algo así:

«Ana, uno de mis mejores amigos estaba en Bataclan, él y su mujer salieron bien parados, me envió un mensaje muy fuerte a las 4h, y no sabían nada de otros cuatro amigos que estaban allí también en el concierto. Somos demasiado generosos con los inmigrantes, ellos han de adaptarse a nosotros, no nosotros a sus normas, yo quiero llevar a mis hijos a que vean el árbol de navidad al ayuntamiento de París, como yo hacía cuando era pequeño, y ahora, no se hacen esas cosas porque París pierde su esencia con tanto inmigrante, especialmente lo árabes con sus estrictas normas. Debemos parar tanto acogimiento a refugiados, eso también, por la seguridad de nuestros hijos».

El corazón me dio un vuelvo, porque de veras que entiendo su dolor, su rabia, su frustración, lo malo es que ese dolor, no nos deja ver que la mayoría de inmigrantes son buenos, están en contra de estos atentados, quieren lo mismo que nosotros, vivir en paz. Me da miedo que esta psicosis nos aleje más de la solidaridad, de la igualdad, y nos volvamos locos mirando a los inmigrantes con desprecio, diciéndoles, sin decirles, que son unos asesinos, eso no, por favor. Será que yo he sigo inmigrante varias veces y sé cómo se siente uno cuando se le trata bien y cuando se le trata mal…

En mi caso en particular, he vivido en París, adoro la ciudad, adoro el idioma, adoro que sea una ciudad tan cosmopolita, y eso (el haber vivido allí) posiblemente, me hace conectar más con su dolor que el resto de desgracias diarias que vemos en los informativos. Tengo buenos amigos en París, yo misma he paseado por esas calles, incluso, yo misma podía haber estado allí si la vida y yo no hubiéramos decidido girar a la izquierda en lugar de seguir recto en aquel momento de mi vida.

Lo que quiero expresar en este informal post, es mi dolor y explicar, que no justificar, por qué siento más empatía con este  suceso tan desgraciado que con otros, que lo son más, porque son diarios.

También me gustaría invitarte a una reflexión sobre que tratemos bien a los inmigrantes, que seamos justos, humanos, buena gente en definitiva.

Por último y al hilo del principio del post, lo acabo de decidir, hoy, sólo encenderé la tv a mediodía y por la noche, deseando que no haya más muertes y que los heridos se vayan recuperando.

Sinceramente, mi corazón está más oprimido desde el viernes por la noche.

Este post lo he escrito pensando en mí, en cómo me siento yo, claro, y también, pensando en cómo se pueden sentir los franceses, en general, otros en concreto, los inmigrantes que vivan en París (que también tienen que tener el miedo metido en el cuerpo) y en fin, pensando en todos, o eso he intentado.

Gracias si has leído este post, porque entendería que hubieras preferido no hacerlo.

Ana    www.organiccoaching.es

 

 

Aventuras y desventuras de una novata en Düsseldorf

 

aventuras y desventuras

¡Hola!

hace un tiempo que no escribo, la mudanza veraniega del mes pasado me ha tenido un poco «pillada» de tiempo, más las 400 despedidas que hemos hecho, ;D

Bueno, ayer publiqué en La nueva ruta del empleo, el periódico con el que colaboro, un post en el que muestra (más o menos) cómo me está yendo, mis subidas y bajadas emocionales y en fin, los pros y contras que tiene salir de nuestra zona de confort, que no todo es coser y cantar cuando uno se marcha a otro país. Los comienzos, tienen de todo. ;D

Aquí tenéis el enlace para invitaros a echar un ojo, si os apetece.

http://www.lanuevarutadelempleo.com/noticias/ruteando/4947-todo-perfecto-cuando-se-cambia-de-pais-y-un-cuerno.html

Os mando un abrazote y os lo juro, os echo de menos, ;D

Que seas tan feliz que no sepas si vives o sueñas.

Ah, por supuesto, si quieres contar conmigo, siempre nos quedará Skype si estamos lejos.

Ana    www.organiccoaching.es