Me gusta saber que hay personas a las que de verdad les gusta ayudar. Ahora que pienso, yo más que ayudar, ya lo he comentado en alguna ocasión, prefiero el verbo «servir». Tengo extrañas sensaciones con el verbo «ayudar».
En las empresas, en las empresas con sus proveedores, sobre todo, en las empresas con sus con sus empleados, que son los suyos, su familia:
ayudar o servir.
En tu día a día, a la señora que pide en la puerta del supermercado, a esa otra que se cae o que va cargada de bolsas. Al señor al que una chica joven le habla mal porque no vio un ceda el paso y le golpeó su coche. A ese niño que vemos al que le están insultado. Por supuesto, a la mujer que vemos que sufre maltrato, del tipo que sea. A tu madre o tu hermana, a tu ex, a tu pareja, a tus hijos y a tus amigos, a tus vecinos. A todo el que lo necesite y esté en tu mano.
Ayudar (por no liarme y seguir con el título del post) del corazón, desde el alma y sabiendo que mañana puede ser yo el que reciba esa ayuda, puro karma, o así debería ser.
Por otro lado, hablemos de los límites. El egoísmo sano está muy bien, sin embargo, si sentimos que hay personas que del win win piensan que ambos son para sí mismos, win para mí y el otro también para mí, quizás sea mejor plantearse que esto es otra cosa. Esto es puro INTERÉS. Está en tu mano seguir o no ayudando, eso sí, recuerda:
«No expectativas no desilusiones».
A todos los líderes que conozco (dentro de las organizaciones y fuera) les encanta ayudar, es algo intrínseco, es un denominador común de todos.
Si todos los que lo necesitamos nos unimos de verdad, desde el amor, desde el respeto, desde la humildad, desde la empatía, y vamos construyendo, como la imagen, un mundo mejor, donde nadie se quede en el abismo, a punto de caer al vacío…ahora lo estoy pensando y quizás esté soñando, lo sé, sin embargo, eso sería lo que de verdad me gustaría.
Tengo dos grandes amigas que ambas son activistas de Médicos sin fronteras. Las admiro y las respeto con todo mi ser, y las quiero con todo mi corazón. Una de ellas trabaja muy lejos de su casa para ayudar o servir, lo que más te guste, a personas que lo necesitan. Muchas veces se ha jugado la vida por ello. Tanto que aprender. Algún día, yo también me iré, lo sé. Gracias Anne y Carmen, sobre todo, por vuestra actitud ante la vida. OS QUIERO.
GRACIAS MIL a todas las personas que me habéis ayudado en algún momento de vuestra vida, a los que me ayudáis ahora y a los que me ayudaréis en el futuro. Gracias a vosotros, yo soy yo. Os quiero un montón.
Muchas gracias por leerme, os mando un fuerte abrazo.
«Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?»
Buenos días Ana. Porque la vida nos lleva sin querer, o queriéndo a lugres a los que sín saber queremos estar..aquí estoy..leyéndo a una mujer fuerte, valiente y profundamente generosa. El título de tu post es el que me ha animado a depositar mi granito de arena en este granero tán falto de amor y empatía. Yo también pasé por un unfierno (primo-hermano del tuyo). He estado muchos años luchando por salir y ahora…a mil kilómetros de él y con el cuerpo lleno de cicatrices, no olvido una frase que colgaba de un cartel (manuscrito por una persona tremendamente enferma), en el lugar dónde empecé a recuperar las ganas de vivir. La frase decía …SOLO YO PUEDO…PERO NO SOLO.
No soy desde entonces , insensible al sufrimiento ajeno, y no me refiero a llorar viendo a los niños de Alepo cubiertos de cemento por el efecto de las bombas. Escucho a mis amigos/a, no necesitan pedirme el hombro…siempre está, me imorta mi vecino, el que me vende el pan…todos tenemos una guerra dentro, ninguna menos importánte que otra…y yo me apunto a todas!!! Un abrazo enorme. Teresa Herrera Gallastegui.
Buenos días, Teresa. Fíjate que me salía llamarte «amiga» porque creo, como tú, que nos conectan muchas cosas.
Antes de nada agradecerte tu tiempo, para leerme, y también para escribirme estas palabras, pero sobre todo, para «desnudarte».
Te reconozco varias cosas, nada más hablar de cicatrices me he emocionado, y después, al leer esa frase de algún lugar donde empezaste a vislumbrar (qué bien) de nuevo el sol.
Yo tampoco soy insensible al dolor ajeno, que como bien dices, muchas veces está bien cerquita.
También coincido en que si no todos, muchos, muchísimos (lo veo en mi trabajo y en mi vida personal) tenemos una guerra interna, o quizás esas heridas que el tiempo consigue cicatrizar, pero siguen ahí, y yo, prefiero que formen parte de mi aprendizaje, pero…con menos «pruebas» me hubiera valido, 😉
Te mando ub abrazo bien fuerte yo también, muchas gracias de nuevo!
Esa frase tuya, madre mía, me ha llegado, como tú.
Besos!
nos vemos en tu blog. el mío lo tengo aparcado por estar inmersa en un proyecto personal. Puedes saber de mi en mi perfil personal TERESA HERRERA GALLASTEGUI. Un abrazo de luz a todas las personas dispuestas a AYUDAR a quien quiere…pero no puede…La vida es una gozada!!!!!! Fdo….Una amiga…😉
Suerte con tu nuevo proyecto, yo también liada con uno. Sí, la vida es chula, cuando se está bien…
Besos, otra amiga. 😉