A veces nos hacemos preguntas que no tienen respuesta.
Algunas veces, también,nos preguntamos que por qué a nosotros.
Otras, no entendemos nada, muchas veces, muchísimas. Al menos yo.
A veces, sentimos que no nos lo merecemos, ¿y quién sí se lo merece? ¿el de al lado?
A veces, creemos que no es justo, que para qué, que qué aprendizaje vamos a lograr.
¿Te has parado a pensar cuánto te atormentas con estas cuestiones?
¿Te has parado a pensar cuando maltratas a tu pobre corazón haciéndole que duela?
Porque no sé quién se habrá inventado que el corazón no duele, porque el mío ha gritado del dolor.
¿Te has parado a pensar para qué te haces daño, para qué te preguntas una y otra vez lo mismo, si la respuesta más inteligente que logras es: «no lo sé»?
El corazón se encoje, las manos tiemblan, no puedes hablar; llorar, llorar y llorar. Déjalo. O bueno, no lo dejes, pero por favor, que no te dure mucho, porque si eso ocurre, te garantizo que te va a costar que tu corazón empiece a esbozar una mínima sonrisa.
Ahora, vuelvo a una pregunta de las que lancé antes:
¿Por qué a mí?
¿Y por qué no? ¿Y por qué no?
Estaba pensando en decirte que lo mejor es que no te hagas preguntas que no tienen respuesta, o al menos tú no las sabes, sin embargo, quizás sí que sea bueno que reflexiones. Y yo, y yo también.
Y ahora, escucha esto que te voy a susurrar al oído:
¿En qué momento haces estas reflexiones sobre lo justo y lo injusto? Piénsalo.
Yo creo tener la respuesta, creo: cuando estás mal, ¿verdad?
Me solía pasar bastante a menudo, te lo prometo.
Porque cuando estaba bien, no me preguntaba nada, mi alma sonreía, mi mundo sonreía, todo iba bien. Pero entonces, algo se paralizaba en mi interior, una nube negra comenzaba a acercarse, la veía venir, y entonces, la avalancha de preguntas comenzaban a amontonarse en mi cabeza. Tantas y tantas preguntas que notaba cómo se peleaban por hacerse un hueco en la misma. Sentía sus codazos, sus patadas, su maltrato.
Mi corazón se encogía, yo me encogía, y solo podía llorar.
No busques un para qué a todo, quizás no lo encuentres, quizás haya cosas en la vida que no tienen sentido.
Yo soy de la opinión que a veces la repuesta a ese: «¿para qué?», no es inmediato a veces no lo vemos más que con el tiempo. A veces nunca.
No intentes encontrar tampoco el por qué , te puede ocurrir lo mismo, y el vacío te atrapará. Lo sé.
No te repitas que no es justo constantemente, porque hay miles de cosas que suceden cada día que no lo son. Entiendo perfectamente que seguramente, lo que más te preocupe eres tú, lo entiendo, y más si estás sufriendo. No será justo, seguro, sin embargo, sería mejor si fuera un «ajuste de cuentas»…
¿Te sentirías mejor?
Tampoco le encontrarás la lógica, y esto mira, te lo digo con sumo respeto, no va de matemáticas, la vida, casi nunca es lógica, casi nunca.
Pasa las horas, pasan los días, los meses y los años, y si estás leyendo esto, es porque estás vivo.
¿Verdad que no te estás preguntando, el por qué estás vivo?
Pd: y sí, esto tiene que ver mucho con el liderazgo, con el coaching, con los valores, y en resumidas cuentas, con llevar la felicidad en el ADN.
Gracias por leerme, sois mi motor para que siga queriendo compartir estas reflexiones con vosotros. Aprovecho para deciros, que la mayoría de la veces, sois vosotros quienes me inspiráis.
Si me necesitas, silba. 😉
A veces es tan difícil aceptarlo… A veces quieres racionalizar cosas que sabes que es imposible comprender, pero te empeñas en ello y te haces más daño. Lo peor del caso es que lo sabes, pero ni así aprendemos.
Jo, me tocaste el alma…
Así es, yo al menos lo veo como tú.
Un abrazote!
Otro para ti, Ana. Feliz día 🙂
No todo tiene respuesta en esta vida y es verdad que, como dices, sólo lo vemos cuando nuestro estado emocional está por lo suelos. Paradógicamente, las personas que han sufrido en su vida, tarde o temprano, generan una alta tolerancia a la frustración y, es a partir de allí (según mi humilde opinión) cuando en muchos casos, empiezas a relativizar las cosas. Entonces, abres tu corazón y arriesgas (¡Sí, lo sigues intentando!) y racionalizas lo que hay que racionalizar. La vida tiene sus complejidades pero somos nosotros quiénes tomamos las decisiones para dejar que ciertas cosas nos afecten. ¡Muy bonito artículo, Ana! Vasos y Besos, Sebas.
Casi nada en la vida, como dice un amigo, tiene explicación. Cuando es algo bueno es «suerte», cuando es malo…por qué a mí??
Estoy de acuerdo en todo, solo que creo que hay veces que debemos ser generosos con nosotros y darle la mano a la tristeza. Como emoción primaria, debemos concederle ciertos privilegios. 😉
Besos, gracias, y vasos??? Jajajaja.
Creo, querida Ana, que la corriente que estamos viviendo en la que «debemos ser felices a toda costa y todo el tiempo» es una trampa. Creo en la búsqueda de encontrar un estado de bienestar propio y en él, aprender a encontrar ese equilibrio en el que, por supuesto, debemos permitirnos estar bajos cuando la situación o momento lo requiriere, pero también saber salir. No todo es malo ni todo es bueno. Nosotros lo decidimos. Vasos y Besos, Sebas. 😉
Sebas, imposible estar más de acuerdo contigo. Y tanto que es una trampa! Que viva el dolor, ese que nos transforma, ese que nos ayuda a crecer, a ser mejores personas.
Normal que algunos se frustren, demasiada gente hablando del «debes siempre estar bien». Perdona? Debes? Siempre?
Creo como tú, en la generosidad hacia nosotros mismos y permitirnos conectar con nuestro dolor.
Nos olvidamos de que la tristeza es una emoción primaria, como la alegría??
Nacemos llorando y por eso mismo, se sabe que estamos vivos…
Un abrazote y un beso! 😉