La importancia de poner límites

Hace relativamente poco tiempo me pasó algo muy relacionado con el vídeo que he puesto, me he sentido muy identificada y esa ha sido una de las razones por las que me he decidido a escribir sobre qué me pasó.

Unas seis personas de mi entorno, (algunas muy cercano, otras menos, y otras muy cercano pero de poco tiempo, otras mucho tiempo y menos cercano, en fin, seis personas dan para mucho) lo estaban pasando mal, en procesos de separación todas y todos.

Fue un momento duro para mí, ¿por qué? Pues bien, todas estas personas a las que tengo mucho cariño, a otras adoro, me llamaban todos los días para contarme cómo se sentían, unas personas  varias veces al día y otras menos veces y mucho tiempo. Un día estuve al teléfono casi 7h, y eso implicó que dejé de hacer muchas cosas de mi trabajo, de mi día a día para dedicarme a los demás.

¿Queréis saber cómo me sentí? Mal, muy mal. No estaba siendo sincera conmigo misma, estaba haciendo algo que en el fondo no quería hacer, o mejor dicho, quería hacer pero a otro nivel. 

Al día siguiente ocurrió exactamente lo mismo, pero ya fui poniendo límites, aunque no los suficientes, y también dejé de hacer cosas que pensé que recuperaría el día posterior, que ya era miércoles. Y tampoco, como es lógico, a ese ritmo de llamadas, pude recuperar lo del lunes y lo del martes que llevaba atrasado.

Cuando llegó el viernes, me desperté llorando y no entendía qué me podía estar pasando, hasta que meditando, lo vi claro. Me pasaban muchas cosas. En primer lugar, mi exceso de empatía estaba haciendo que no practicara bien el desapego (que todavía me tengo que trabajar) y estaba hasta arriba del  sufrimiento de los demás.

En segundo lugar, demasiado teléfono para mí, soy adicta al silencio, lo confieso, y me sentía absolutamente perturbada de hablar y hablar y seguir hablando. Era demasiado tiempo al teléfono para mí.

También me pasaba que esa semana no hice deporte, invertí ese tiempo en los demás, y a mí eso, junto con el resto de explicaciones que os estoy dando, me pasó factura.

Tampoco hice todo lo que tenía que hacer de trabajo, y se me fue amontonando hasta que yo me sentía agobiada.

Todas estas cuestiones, hicieron que me enfadara, conmigo y con los demás. ¿Por qué? porque sentía que no estaban respetando mi espacio, mi tiempo, mi paz y mi estabilidad emocional, para mí super importante para llegar a los procesos de coaching «limpia» no contaminada, al igual que cuando imparto talleres, charlas o formaciones.

La responsabilidad era mía y solo mía, y eso me hacía estar todavía más enfadada, pensaba: «Ana, por favor, tienes recursos, tienes herramientas, ¿qué está pasando?»

Antes, hace mucho, cuando mi autoestima era más bajita que ahora, me encantaba hacer eso, horas y horas al teléfono o en persona «ayudando» a los demás a vaciar sus cubos de basura, y mira por dónde, iban a parar al mío…Sinceramente, era eso, una cuestión de nivel bajo de autoestima que se compensaba con el gran ego de sentir que nos demás me necesitaban, que los demás confiaban en mí.

Ahora, ya no quiero hacer eso, mi nivel de autoestima es más alto, no necesito que los demás me necesiten para sentirme bien, no necesito ir de salvadora para sentirme bien, me siento bien por mí misma. Tampoco necesito ir diciéndole a la gente que si quieren contarme sus problemas que estoy aquí para escuchar, no suelo hacer eso, la verdad. Quien quiera, puede venir a buscarme, pero la bandera izada con el mensaje: «venid a mí, soy toda vuestra», quedó en el olvido desde hace ya unos años.

Volviendo a cómo me sentí esa semana y también al hilo del vídeo de Brené; pensé que tenía que hacer algo para que ese resentimiento que estaba sintiendo hacia los demás (que en ese momento era pequeño) no creciera. Eso no podía ocurrir, son personas importantes para mí. Lo que decidí fue lo siguiente, cuando me llamaran o me enviaran un whatsapp y me preguntaran si podía hablar, si estaba trabajando, que siempre era que sí, o si estaba haciendo deporte o meditando o era lo que iba a hacer, les diría: «lo siento, en este momento no puedo hablar, si me quieres llamar mientras saco a los perros o cocino, podemos hablar diez minutos». O simplemente, si estaba trabajando en casa, no cogería el teléfono. Cuando estoy con clientes lo apago.En ese caso, estaría haciendo justo eso que yo de verdad quería hacer, no estaba intentando cumplir las expectativas que los demás tenían de mí, y es que yo, por mi profesión, mi carácter o lo que sea, estoy siempre disponible, porque no es así en absoluto, al contrario, tengo muy poco tiempo, la verdad. Eso es lo que me propuse hacer y efectivamente hice.

Yo también decidí ser auténtica, fue un poco lucha interior, sabía que lo estaban pasando mal, sin embargo, yo había llegado un punto en el que tampoco estaba bien, y si, por el motivo que fuera y a pesar de ir diciéndolo, cada uno iba a la suya, yo tenía que estar alineada con mis valores, para seguir estando en paz.

 

Este post, a la misma vez que lo cuelgo pensando en mí, lo hago pensando en una gran persona, una gran trabajadora, una gran madre y seguro que una gran amiga y muchas cosas más. Esta chica me decía: «hay veces que me canso de ir siempre de fuerte». 

Yo te diría lo siguiente, sé feliz todo el tiempo que te sea posible, sé auténtico/a, piensa cuando alguien te pida algo muy bien cuál quieres de verdad que sea tu respuesta, piensa que es importante cómo se sientan los demás, y sobre todo, lo más importante, es cómo te sientes tú. No hace falta que vayas siempre de fuerte, que te hagas siempre la persona más positiva del mundo, en definitiva,respétate tanto como respetas a los demás. 

Vas a ser igual de buena/o por poner límites, te van a querer igual, o incluso más. Además, se trata del amor hacia uno mismo, y a veces, creo que es positivo que nos pongamos en un lugar por delante del resto. Tú eliges.

Muchas gracias por dedicarme vuestro tiempo, gracias.

Que seas tan feliz que no sepas si vives o sueñas.

Un abrazo, Ana.

www.organiccoaching.es

Anuncio publicitario

5 comentarios en “La importancia de poner límites

  1. Nunca llevo joyas, pero creo que me pondré un anillo de los límites! ¡Ya está bien de hacer galletas sin tener ganas! 😀 😀 😀 😀

    • Jajaja, yo también!!
      Me encanta la naturalidad y la transparencia con la que cuenta el tema de las galletas. A mí me ha pasado, me lo sigo trabajando.
      Como los niños en el colegio, creo que progreso adecuadamente. De momento está bien.
      Un abrazote y graciiiias! Feliz día!

  2. Que bien. Un video muy interesante y tu experiencia reveladora. A mi me pasó algo parecido hace unos años y me sentí un poco egoista y mal al principio. Pero hay que ser realistas… y como bien dices, ponernos límites porque todos somos humanos.

    Un beso!

    • Hola Sara, me alegra saber que te haya parecido interesante el vídeo, a mí me hizo reflexionar bastante, y también me reí.
      Sí, ponernos a nosotros límites y a los demás, aunque sea un poco difícil en algunos momentos.

      Un beso y feliz entrada de semana.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s