Hola, qué tal estáis?
Hace poco me encontré con este vídeo un poco por casualidad, como ya me ha pasado anteriormente con otros, y pensé que la próxima vez que me sentara a escribir, lo publicaría.
A día de hoy todavía seguimos que pensando que la felicidad suele estar vinculada a cosas materiales, a todo lo que tenemos, o lo que es peor a lo que no tenemos, y desgraciadamente nos olvidamos de lo que somos. Vivimos una vida basada en tres pilares: trabajo, ocio y consumo.
Desde mi punto de vista, es una creencia errónea el pensar que la felicidad nos va a llegar, del exterior, creo que está más vinculada con nuestro «yo»; lo que ocurre es que a veces no tenemos tiempo o ganas (nos da miedo), quedarnos un rato a solas.
Según Tolle( El poder del ahora), «nuestras emociones, sentimientos y estados de ánimo no tienen tanto que ver con lo que nos pasa, sino con la interpretación que hacemos de lo que nos pasa». Comprendo que a veces esto no es sencillo, sinceramente más bien es complejo, y siempre se puede practicar, no?
¿Sabéis de donde creo que puede venir esa insatisfacción con la vida o esa tristeza que solemos sentir? Muchas veces somos unos egoístas, unos caprichosos, unos egocéntricos. Queremos que la realidad se adapte constantemente a lo que deseamos y a las expectativas que tenemos.
Si conseguimos apreciar las pequeñas (grandes) cosas que nos pasan cada día, estaremos más cerca de conseguir la felicidad que todos tanto anhelamos.
Lo mejor sería conseguir que estos breves momentos de felicidad perduraran, sin dejar que entraran otra vez pensamientos sobre lo que nos falta, sobre todo lo que deseamos que ocurra algo que de momento (importante tener en cuenta que es solo eso, de momento), no está sucediendo.
Una cosa está clara, si nos pasamos la vida pensando y regodeándonos en el pasado o soñando con un futuro que no sabemos lo que nos va a deparar, nos estamos perdiendo el presente.
Como dice una íntima amiga mía, hay que vivir cada momento día como si fuera el último de nuestra vida.
Gracias a todos por leerme, y a todos aquellos que hacéis que mis días nublados sean los menos posibles y que piense que efectivamente, el sol siempre vuelve a salir.
Un abrazo,
Ana.