Hola, hoy quiero hablar de la sinceridad, ya que tiene que ver mucho tanto con el Coaching como con el logro de la felicidad.
¿Habéis visto qué fácil resulta comunicarnos con sinceridad?, nuestras palabras y nuestro lenguaje no verbal están alineados, nuestras palabras salen de manera fluida, se nos escapan de la boca.
Todo lo contrario ocurre cuando esto no es así, en Coaching es muy importante estar atentos (los coaches) del lenguaje no verbal, ya que es frecuente que por diferentes motivos, no haya coherencia entre lo que se piensa y lo que se está diciendo.
Es frecuente que me encuentre con casos así en las sesiones, por diferentes motivos:
1. No resulta siempre fácil mira hacia dentro, ya que puede ser que lo que encontremos, no nos guste mucho, no nos orgullezca, nos moleste, etc.
Incluso características como la independencia y la timidez nos pueden avergonzar, ya que llegamos a creer que es una muestra de excesiva vulnerabilidad. Esto lo suelo ver en personas que son muy creativas.
Creo que es una cuestión también educacional, no nos han educado para tanta introspección, sino que todo estaba más focalizado hacia el exterior.
2.Ya hablé en un post anterior sobre las consecuencias de tener conversaciones pendientes con los demás. ¿Y contigo mismo?
Creo que es muy beneficioso dedicar un tiempo para reflexionar sobre nosotros mismos: ¿qué me falta?, ¿qué quiero que cambie?, ¿qué motivo hay para que me sienta así?¿cuál es el motivo para que actúe de este modo? La cuestión es que solemos ir tan de prisa que no nos damos cuenta que actuamos como robots.
3.¿Qué van a pensar de nosotros? Vaya, esto me lleva a mi infancia.
¿Os suena que de pequeños os hayan dicho alguna vez «si haces eso van a pensar que eres un/a (lo que sea)?
Creo que esto es un grave error que se puede alargar hasta la edad madura si no nos damos cuenta de ello. Si nos pasamos la vida pensando en la opinión que van a tener los demás sobre qué decimos o qué manera de actuar tenemos, posiblemente seamos infelices, ya que estaremos en continua lucha interna: lo que de verdad quiero a lo que quieren o esperan los demás de mí (según mis creencias o lo que algunas personas nos hayan querido meter en la cabeza). Justo es este el momento adecuado para que conectemos con nuestro «yo», con lo que realmente estamos sintiendo en este momento.
Bajo todo esto que estoy explicando se esconde una emoción: miedo.
Miedo a quedar mal, a crear un conflicto, a ofender, a que se nos vea vulnerables y nos hagan daño, a dar una imagen que no nos gusta de nosotros mismos, y un largo etcétera.
Antes de lanzarnos a la sinceridad más absoluta, sugiero esta pregunta:
¿Puedo herir a alguien? Si la respuesta es afirmativa, yo no lo recomiendo. La compasión, el respeto, la empatía hacia los demás, son esenciales en nuestra vida, sobre todo si luego esperamos que los demás actúen del mismo modo con nosotros.
Cuando engañamos, hay un vínculo que se rompe, y que sólo el tiempo y la manera de actuar, pueden hacer que éste vínculo sea como anteriormente. Es normal (y muy positivo) que aparezca el remordimiento, ya que gracias a este sentimiento, se puede enmendar el daño que se ha hecho y recuperar la confianza.
Inspirado en un artículo de «el país», por Miriam Subirana.
Muchas gracias por leerme y os deseo un buen fin de semana a todos/as!
Ana.